El tiroides es una glándula localizada en la cara anterior del cuello de enorme importancia en el funcionamiento de tu organismo. La alimentación habitual puede ayudar a mejorar su funcionamiento pero también puede influir en una inadecuada regulación de tu metabolismo. Es frecuente que los pacientes pregunten sobre la dieta que deben seguir, los suplementos que deben tomar o las toxinas que deben evitar. La información que puedes obtener en Internet puede ser muy amplia, por eso resumimos lo fundamental sobre la dieta más indicada en las enfermedades del tiroides.
La producción de hormona tiroidea requiere la circulación de unos niveles adecuados de iodo en sangre, ya sea a través de la dieta o de los suplementos. La insuficiencia de iodo supone un riesgo de hipotiroidismo si el consumo en adultos no supone al menos 150 microgramos diarios, que es la cantidad recomendable.
Durante el embarazo o lactancia hacen falta cantidades mayores, en torno a 220 y 290 microgramos respectivamente, debido a que las necesidades son mayores.
Las fuentes principales de iodo en nuestra alimentación se encuentra en la sal iodada, pescados y mariscos, así como en algunos cereales.
Es curioso, pero una dieta inadecuada puede alterar la función del tiroides. Si se toma un exceso de iodo se puede producir un hipotiroidismo inducido por iodo, o producir un exceso de hormona tiroidea en lo que se conoce como hipertiroidismo inducido por iodo.
Mantener unos hábitos saludables es la mejor garantía para evitar los trastornos del tiroides en relación a una dieta con exceso o déficit de iodo.
Incluso hay evidencia de que las dietas con exceso de iodo, con cantidades superiores a 500 microgramos diarios, pueden generar una tiroiditis autoinmune al producir tiroglobulina iodada que tiene potencial inmunogénico.
Factores que alteran el tiroides por ser bociógenos
Hay que saber que ciertas sustancias que contienen los alimentos son bociógenas, es decir, son capaces de aumentar el tamaño de la glándula tiroides, lo que se conoce como bocio. Estas sustancias no sólo disminuyen la cantidad de iodo disponible que llega al tiroides, sino que también pueden inhibir alguno de los componentes de la producción normal de hormona tiroidea.
Los principales alimentos bociógenos son las verduras crucíferas y la soja.
Las verduras crucíferas son aquéllas del género Brassica e incluye el brócoli, el repollo, las coles de Bruselas, la coliflor, otros tipos de coles y berzas, nabos, como los más habituales en la dieta de nuestro país.
Estas verduras son ricas en glucosinolatos y otras sustancias que interfieren la síntesis de hormonas tiroideas. Su consumo en el contexto de una dieta saludable, tiene sus beneficios. Pero su consumo excesivo o a diario puede inducir hipotiroidismo o incrementarlo. Esto no significa que debamos evitar su consumo, al contrario, son beneficiosos pero de manera equilibrada en la dieta habitual.
De hecho, una dieta saludable como la Dieta Atlántica tiene este tipo de verduras como un elemento característico por su cultivo en las zonas de influencia.
Una dieta equilibrada que contenga verduras crucíferas en cantidades razonables es beneficioso para la salud. Aunque no podemos definir la cantidad que se recomienda como razonable, probablemente su consumo diario o continuo en grandes cantidades es lo menos recomendable.
La soja y sus productos derivados como la leche, el tofu, la salsa, etc contienen isoflavones que pueden inhibir la acción de las peroxidasas del tiroides y disminuir la producción de hormonas tiroideas ocasionando hipotiroidismo.
El consumo continuo de soja o en altas cantidades puede ocasionar problemas de tiroides. Sólo en los niños con hipotiroidismo congénito se recomienda leche con fórmula enriquecida en soja.
No hay razones para evitar el consumo de soja y derivados salvo que se realice en grandes cantidades y a diario.
Aunque el café disminuye la absorción oral de levotiroxina en pacientes tratados por hipotiroidismo, no parece influir en el desarrollo de cáncer tiroideo.
El beneficio potencial de la vitamina D como agente preventivo o de tratamiento de enfermedades del tiroides, aún no está claro.
Una alimentación saludable y equilibrada es la mejor garantía de evitar enfermedades del tiroides. Como ya observó en el siglo pasado el Dr Marañon, el bocio es un problema de comunicación al no poder acceder los productos frescos a los pueblos del interior, lo cual disminuía el aporte de iodo a dichas poblaciones.