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Internet: en esta era en la que vivimos, las nuevas tecnologías han modificado nuestros hábitos de vida, nuestra forma de ocio, nuestra manera de relacionarnos con los demás, …Los adictos a internet experimentan síntomas ansiosos, irritabilidad, desajustes emocionales y problemas en la interacción social.

La mayoría admite que tecleando frente a la pantalla se expresa mucho mejor que con una comunicación verbal presencial, e incluso crean un personaje idealizado a su medida. Veamos unas cuestiones sencillas pero útiles para abordar este problema relativamente reciente.

La adicción a las actividades en línea incluye el chat, la navegación en la web, los juegos de azar online, los juegos en red, el relacionamiento social virtual o la búsqueda compulsiva de sexo, juegos violentos o pornografía.

Los problemas con Internet surgen cuando sus usuarios recreativos descuidan sus rutinas diarias para permanecer conectados, o bien sustraen horas al sueño nocturno, invirtiendo el ritmo circadiano (se levantan al mediodía y permanecen conectados hasta el amanecer). Algunos afectados, además de reducir el número de horas de sueño o actividad física, llegan a eliminar comidas.

Permanecer conectados más de 3 a 4 horas diarias facilita el aislamiento de la realidad, el desinterés por otros temas, el bajo rendimiento académico o laboral, los trastornos de conducta, así como el sedentarismo y la obesidad.

Las personas más vulnerables a padecer esta adicción son los adolescentes ya que tienden a buscar sensaciones nuevas y son los que más se conectan a Internet, además de estar más familiarizados con las nuevas tecnologías.

Desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) de manera periódica se definen enfermedades para poder codificarlas y saber sus prevalencias e incidencias, es decir, conocer no sólo cuántas personas padecen una determinada enfermedad en el mundo, en un país o en una región del mundo, sino cuántas personas van apareciendo cada año con dicha enfermedad.

Para la OMS el sistema de clasificación de enfermedades se conoce como CIE (Clasificación Internacional de Enfermedades , cuya última versión es la CIE-10), y es un sistema de categorías de enfermedades mutuamente excluyentes. A cada categoría se asignan enfermedades, lesiones y motivos de consulta de acuerdo con criterios previamente establecidos y las distinguen de otras aunque puedan parecer similares.

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Aunque la CIE-10 es adoptada por la mayoría de los países miembros de la OMS, existe una clasificación de origen americano que se centra en los trastornos mentales y del comportamiento. La que está en vigor actualmente es el DSM-V (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales).

En ninguna de estas dos clasificaciones (CIE-10 ni DSM-V) se reconocen como enfermedades las llamadas adicciones tecnológicas, y ni siquiera aparece este término. Ambas solo reconocen como enfermedad el juego patológico o de azar (ludopatía).

Aunque puede tratarse de un trastorno de los hábitos y del control de los impulsos, en las clasificaciones se encuentran recomendaciones para valorarlo en futuras ediciones. En estos sistemas de clasificación podría considerarse como un trastorno adictivo dado que activa circuitos de recompensa similares a los activados por las drogas.

 

 

No se trata de alarmar, pero sí de hacer conscientes a la población de los riesgos que el uso indebido de las nuevas tecnologías puede tener sobre quienes más las manejan que son los niños y adolescentes estimada en 8,4% en varones y 4,5% en mujeres.

Se necesitan más estudios en el futuro para saber si los juegos virtuales que se hacen en red y consumen al usuario un promedio 8 a 10 horas diarias sin incluir a los juegos de apuestas por internet, pueden ser una nueva enfermedad que se codifique como tal.

¿Cuáles son los criterios para reconocer el trastorno de adicción a Internet?
  • Alguien que padece un trastorno de adicción a Internet suele presentar cambios drásticos en sus hábitos de vida para poder tener más tiempo y conectarse a la red.
  • Es habitual que disminuya su actividad física y tenga un mayor índice de sedentarismo.
  • Descuidará su propia salud evitando no sólo realizar actividad física, sino otras actividades importantes para disponer de más tiempo y permanecer conectado.
  • trastorno personalidadEs habitual que modifique su patrón de sueño durmiendo menos horas o cambiando su rutina habitual, de modo que es frecuente que se levante a mediodía por haber pasado toda la noche conectado.
  • Hay una evidente pérdida de vida social perdiendo sus amistades y reduciendo el contacto con ellos y con su familia.
  • Suele rechazar dedicar tiempo extra en actividades que no estén relacionadas con Internet.
  • Cada vez desea tener más tiempo para estar frente al ordenador jugando en Internet en juegos en red o navegando en Internet.
  • Todo este esfuerzo dedicado a Internet hace que sea más descuidado o negligente con el trabajo y las obligaciones personales.

 

Hay que considerar que la presencia de comorbilidad psiquiátrica en los afectados, es decir, la presencia de otros trastornos mentales como por ejemplo los trastornos de personalidad, podría actuar como factor de confusión diagnóstica y también como factor de vulnerabilidad.

A pesar de la falta de unanimidad que hemos comentado, la OMS en su próxima revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) incluirá por primera vez el trastorno por videojuegos como un trastorno mental más y lo definirá como “un comportamiento persistente o recurrente de juego” –ya sea online u offline– que se manifiesta a través de tres signos:

  1. Ausencia de control en la conducta de juego en cuanto al inicio, frecuencia, intensidad, duración, finalización y contexto en que se juega.
  2. Prioridad que se otorga a los juegos frente a otros intereses vitales y actividades diarias.
  3. Persistencia de la conducta o incremento de ésta “a pesar de las consecuencias negativas asociadas”.

El patrón de juego debe ser grave y además producir un deterioro significativo en el ámbito personal, familiar, social, académico, laboral u otras áreas de funcionamiento. La sintomatología debe evidenciarse en un periodo de, al menos, doce meses o en menor tiempo si se dan todos los criterios reseñados y la sintomatología es grave.

¿Cuáles son las señales de alarma para pensar si puedo llegar a ser adicto a Internet?

Las principales señales de alarma que denotan una adicción a Internet o a las redes sociales y que pueden ser un reflejo de la conversión de una afición en una adicción son las siguientes:

  1. Privarse de sueño
  2. Descuidar otras actividades importantes como el contacto con la familia, las relaciones sociales, el estudio o el cuidado de la salud.
  3. Recibir quejas en relación con el uso de la red de alguien cercano como los padres o los hermanos, sin prestarles atención o negando el uso desmedido.
  4. Pensar en la red constantemente, incluso cuando no se está conectado a ella y sentirse irritado excesivamente cuando la conexión falla o resulta muy lenta.
  5. Intentar limitar el tiempo de conexión pero sin conseguirlo, y perder la noción del tiempo.
  6. Mentir sobre el tiempo real que se está conectado o manejando un videojuego.
  7. Aislarse socialmente, mostrarse irritable y bajar el rendimiento escolar o laboral.
  8. Sentir euforia y activación anómalas cuando se está delante del ordenador.

 

En conclusión, conectarse al ordenador al llegar a casa o al levantarse y ser lo último que se hace antes de acostarse, así como reducir el tiempo de las tareas cotidianas tales como comer, dormir, estudiar o charlar con la familia, configuran el perfil de un adicto a Internet.

¿Y cómo sé que soy adicto a Internet?

Más que el número de horas conectado a la red, lo determinante es el grado de interferencia y alteración en la vida cotidiana. En definitiva, la dependencia a Internet o a las redes sociales está ya instalada cuando:

  • hay un uso excesivo asociado a una pérdida de control.
  • aparecen síntomas de abstinencia (ansiedad, depresión, irritabilidad) ante la imposibilidad temporal de acceder a la red.
  • se establece tolerancia, es decir, la necesidad creciente de aumentar el tiempo de conexión a Internet para sentirse satisfecho.
  • se producen repercusiones negativas en la vida cotidiana con reducción de la actividad física.
  • se muestra ansia desmedida por las redes sociales y se producen situaciones que recuerdan la experiencia con drogas más conocidas y habituales como el hachís o la cocaína.

 

Llegado a este punto, conviene que te pongas en manos de un profesional. Tu salud y tu mente te lo agradecerán.