Los riesgos de la obesidad infantil dependen del periodo de vida intrauterino y del periodo preescolar. Ambos periodos son críticos en el balance energético y modifican los factores de riesgo asociados en la edad adulta. Este balance depende de dos sencillos factores: la ingesta de energía a través de los alimentos, y el gasto de energía mediante actividad física. La intervención de factores obesogénicos en estas etapas condicionará la existencia de grupos de riesgo en los primeros años de vida.
Los factores de riesgo de obesidad infantil aumentan la predisposición de los niños a padecer esta enfermedad crónica con evidentes repercusiones en la salud cerebral y cardiaca. Estos riesgos dependen de:
- la obesidad de los padres es un factor primordial
- la precocidad con el que se inicia el aumento de peso a menor edad, hace que sea mayor el riesgo de mantener la obesidad en edades posteriores
- ver la televisión a diario más de una hora, ya que es tiempo que se resta para hacer ejercicio e incrementa la tendencia al sedentarismo
- ganar peso en los primeros años de edad
- la desviación del peso a los 8 meses, ya que la ganancia en el primer año supone una mayor tendencia a la obesidad en la edad adulta
- cuanto mayor es el peso al nacer, mayor es el peso en la edad infantil y la tendencia a la obesidad
- dormir menos de 10 horas a los 3 años es un factor que influye en conseguir una ganancia de peso excesiva. Por tanto, dormir bien es fundamental, y en la edad infantil aún más.
Otro factor importante de la obesidad es la red social de apoyo que tiene. Un individuo tiene mayor riesgo de obesidad si un familiar, un amigo, la pareja o el esposo/a lo son. Esto se conoce como tolerancia a la obesidad y fue valorada en una muestra de más de 12000 pacientes del Framinghan Heart Study entre 1971 y 2003.
El fenómeno de red social influye en la comprensión biológica o comportamental de la obesidad. La obesidad se extiende mediante lazos sociales, y la red de interconexión social favorece la extensión persona a persona de la epidemia de obesidad, incrementando el riesgo de padecerla el familiar próximo o el amigo íntimo.
Distintos estudios explican cómo los comportamientos de las personas con las que más interrelacionamos, favorecen la adopción de hábitos de vida asociados principalmente con la dieta y la actividad física que influyen en el desarrollo de la obesidad en la adolescencia e infancia.
Valorados en la estrategia NAOS, estrategia para la Nutrición, Actividad física y prevención de la Obesidad, que nombra los principales riesgos asociados a la obesidad infantil, destacan:
- La obesidad de los padres: los niños de 7 años tienen un riesgo de obesidad 10 veces mayor si los padres son obesos. Si sólo es la madre el riesgo sería de 4 veces, y de 3 veces si sólo es obeso el padre.
- Distintos trabajos realizados sobre hijos de padres con obesidad indican que los niños de 14 años tienen 7 veces más probabilidad de ser obesos que los hijos de padres delgados.
Los factores intrauterinos como es el peso al nacer influyen en la obesidad infantil, con mayor prevalencia de obesidad y comorbilidad a medio y largo plazo en los niños de menor y mayor peso al nacer, con una gráfica en forma de U. Esto quiere decir que las complicaciones al nacer son mayores en niños de bajo peso y en los de gran peso. El riesgo es menor cuando nacen con unos valores de peso normales.
Los recién nacidos con bajo peso al nacimiento, ya sea por insuficiencia de nutrientes o por una disfunción placentaria o uterina, priorizan la distribución del flujo sanguíneo hacia el cerebro, en detrimento de otros órganos como el páncreas, hígado, riñón o tejido muscular. Estos cambios propician mayores riesgos de obesidad después del nacimiento.
Los niños que nacen con peso superior a 4 kg tienen mayor riesgo de desarrollar obesidad y otras enfermedades cardiovasculares asociadas. Estos riesgos son mayores si son hijos de madres que padecen diabetes u obesidad. Los hijos de madres fumadoras durante el embarazo tienen mayor riesgo de padecer obesidad infantil en relación a los hijos de madres no fumadoras.
Por lo que dejar de fumar es prioritario en madres en edad fértil.
La alimentación artificial en el primer año de vida es un factor de riesgo para desarrollar obesidad en la niñez y en la adolescencia. Por eso, debe promoverse la lactancia natural ya que es rica en componentes bioactivos, inmunológicos, hormonales y factores de crecimiento. A esto se añade el menor autocontrol de la ingesta por parte del lactante y la influencia de los padres para que coman todo lo que se les ofrece en el biberón.
Iniciar la alimentación complementaria antes de las 16 semanas, puede aumentar el aporte energético e incrementar la velocidad de ganancia de peso, así como el riesgo posterior de mayor adiposidad y obesidad en la edad infantil y adolescencia.
La ganancia rápida de peso y tejido graso postnatal en el primer año de vida. El primer año de vida es el periodo postnatal donde la velocidad de crecimiento es mayor, aumentando en más del 50% la longitud y triplicando el peso. También se incrementa el porcentaje de grasa en el total de la masa corporal.
El aumento acelerado del peso en los cuatro primeros meses de vida puede favorecer el riesgo de desarrollar posteriormente obesidad y comorbilidades asociadas, como síndrome metabólico o enfermedad cardiovascular. También el incremento rápido de peso en el segundo y tercer año de vida aumenta el riesgo posterior de obesidad durante la adolescencia.
Otro de los riesgos de la obesidad es el rebote adiposo precoz. Después del incremento del contenido graso corporal en el primer año de vida, le sigue un periodo de caída hasta los 4 ó 6 años de edad. Dicho descenso revierte y aumenta el contenido graso hasta el final de la adolescencia conocido como rebote adiposo, y es más significativo en el sexo femenino. Según los estudios científicos, cuanto más precoz sea este rebote mayor es el riesgo de obesidad en edades posteriores, y será mayor aún si hay obesidad parental. Es decir, cuanto antes gane peso un niño a edades tempranas, más riesgo hay de que desarrolle obesidad. Revisar los hábitos de vida de los niños con una dieta saludable y actividad física permitirá reducir los riesgos de padecer obesidad infantil, y por tanto de obesidad en la edad adulta.