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Actualmente la radioterapia es una de las terapias oncológicas más empleadas en el tratamiento de los tumores malignos. Es un tipo de tratamiento del cáncer que sirve para destruir células cancerosas y reducir el tamaño de los tumores.

 

Aunque a diario convivimos con multitud de radiaciones, la mayoría son ambientales y provienen de fuentes naturales como el suelo o el sol. En ocasiones la ciencia aprovecha las radiaciones para aplicarlas al realizar exploraciones radiológicas usando radiaciones de baja intensidad, como cuando realizas radiografías o un TAC (Tomografía Axial Computerizada o escáner).  Algunos estudios sobre cómo las células perciben y se adaptan a la disponibilidad de oxígeno permiten avanzar a la Medicina en su lucha contra el cáncer, motivo del Premio Nobel de Medicina en 2019.

Desde que se descubrieron los rayos X, la aplicación de las radiaciones en medicina y su uso en distintas enfermedades ha dado lugar a la aparición de la oncología radioterápica, cuyo principal objetivo es tratar las enfermedades oncológicas con radiaciones.

 

 

La radioterapia o terapia de radiación es un tratamiento localizado que trata de destruir células cancerosas y reducir el tamaño de determinados tumores. Consiste de manera gráfica en “quemarlos” mediante altas dosis de radiación. De esta manera se destruyen las células cancerosas al dañar su ADN, que no les permite dividirse y por lo tanto mueren. Cuando las células dañadas mueren se descomponen y eliminan en un proceso lento que puede tardar días o semanas incluso tras terminar la radioterapia.

La principal ventaja que aporta la radioterapia es la aplicación de un tratamiento exclusivamente local o loco-regional que abarca los ganglios cercanos al tumor. De esta manera se minimiza el daño a los tejidos circundantes sanos.

El desarrollo de distintos fármacos empleados en el tratamiento del cáncer, y en la disminución de los efectos secundarios de la radioterapia, permite el uso de terapias combinadas más intensivas y eficaces que hace unos años. De este modo se combina la radioterapia con la cirugía, la quimioterapia o la inmunoterapia, aumentando el porcentaje de curaciones.

 

 

Antes de iniciar un tratamiento es importante saber que ante la radioterapia se pueden experimentar sentimientos de ansiedad y depresión en las primeras fases.

Esto es algo normal, ya que se trata de una técnica más desconocida que otras y que pueden causar cierta desazón en quien la recibe. Pero en otras ocasiones puede producir fatiga, astenia o cansancio, náuseas y malestares concretos dependiendo del área radiada: si es en la boca puede ocasionar glositis o infecciones por hongos, en el esófago puede ocasionar esofagitis,…

¿Qué tipos de radioterapia existen?.

Hay dos tipos principales de radioterapia: las de haz externo y la radioterapia interna.

La aplicación de una u otra por el equipo oncológico depende del tipo de tumor, su tamaño y ubicación en el cuerpo, su proximidad con órganos vitales, el historial médico del enfermo y el tratamiento previo contra el cáncer concreto, así como otros factores de salud incluidas enfermedades médicas y tratamientos habituales.

La radioterapia externa se aplica con una máquina que enfoca la radiación hacia el cáncer. Puede girar alrededor de uno y enviar la radiación desde distintas direcciones a un punto único. De ahí la importancia que tiene colaborar perfectamente con el personal que aplica la técnica.

 

 

La radioterapia interna es un tratamiento en el que la fuente de radiación está dentro del cuerpo, es decir, no proviene de fuera del mismo.

En la braquiterapia se puede colocar en el propio tumor o cerca de éste, como por ejemplo en el tratamiento del cáncer de próstata en el que se coloca una semilla radiactiva en su interior. Es un tipo de tratamiento local que trata una parte muy concreta del cuerpo y hay que entender que el propio organismo emitirá radiación por algún tiempo, con lo que debe limitarse el contacto con embarazadas y niños durante un tiempo.

La radioterapia interna líquida es una terapia sistémica en la que el tratamiento va por la sangre hasta los tejidos donde se localiza el tumor y allí destruye las células cancerosas. Puede ser administrada por vía oral o intravenosa mediante una inyección, para alcanzar su objetivo como sucede por ejemplo en ciertos tumores de tiroides.

En esta radioterapia sistémica los fluidos corporales como la orina, el sudor o la saliva emiten radiaciones por un tiempo con lo cual hay que tener precaución principalmente en la compañía de embarazadas.

La radioterapia se usa para reducir el cáncer y aliviar sus síntomas, de esta manera se evita su progresión o se hace mas lento su crecimiento, por ejemplo en el cáncer de colon.

 

Cuando el tratamiento se usa para aliviar síntomas se conoce como tratamiento paliativo.

En ocasiones el dolor causado por el cáncer que se asienta en los huesos puede ser tratado con medicamentos de radioterapia sistémica que se llaman radiofármacos.

La radioterapia de haz externo se usa en muchos tipos de cáncer como el cáncer de pulmón. La radioterapia sistémica como el iodo radiactivo I 131 se usa en el tratamiento de ciertos tipos de cáncer de tiroides.

Aunque ciertos enfermos sólo pueden soportar la radioterapia, este tratamiento se usa en la mayoría de los casos en combinación con otros tratamientos como la cirugía, quimioterapia o la inmunoterapia.

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La aplicación de radioterapia antes, durante o después de cada uno de estos tratamientos mejora las posibilidades de que el tratamiento funcione.

Si se usa antes de la cirugía es para que la radiación reduzca el tamaño del cáncer y pueda extraerse mediante cirugía, con menos probabilidades de recidiva.

Cuando la radioterapia se realiza durante la cirugía, la radiación afecta directamente al tumor sin pasar por la piel. Es una técnica de radiación intraoperatoria que permiten proteger de una manera más eficaz los tejidos normales cercanos a la zona de radiación.

Cuando la radioterapia se aplica después de la cirugía se hace para destruir las células cancerosas que puedan haber quedado.

Cualquier ser humano tiene un límite de soporte de la cantidad de radiación sin peligro para su vida. Según la cantidad de radiación con la que haya sido tratado un área, es posible que no pueda volver a recibirla una segunda vez. Pero si una zona ya ha recibido toda la dosis segura, podría tratarse otra zona próxima a la previamente radiada.

¿Cuáles son los efectos secundarios de la radioterapia?

La verdad es que la radioterapia no sólo destruye o enlentece el crecimiento de las de las células cancerosas, sino que puede afectar a células sanas próximas al foco de radiación. Y esto puede ocasionar múltiples efectos secundarios.

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Lo más habitual es que produzca astenia y náuseas. En ocasiones la localización del tumor puede favorecer la aparición de úlceras en la boca, trastornos inflamatorios en la garganta o esofagitis.

 

 

 

Por eso durante las sesiones de radioterapia es importante no sólo mantener el ánimo, sino consumir las cantidades de calorías y proteínas necesarias para mantener el peso durante el tratamiento. Incluso en ocasiones puede ser necesario el uso de suplementos nutricionales.

En todo caso es importante el apoyo de la familia y del médico de familia, para mantener una visión global y en colaboración con el oncólogo, aumentar las probabilidades de éxito.