Ola de calor: ya nos avisaron desde los medios de comunicación de su llegada, a pesar de que lo notamos sin que nos lo digan. En verano, la ola de calor puede afectar a la salud de una manera leve o grave. Las formas leves producen calambres, cansancio, malestar y agotamiento causados por la pérdida de líquidos y sales por la sudoración excesiva, tanto en reposo como con la actividad física. Las formas graves pueden incluso producir la muerte.
¿Qué consecuencias puede tener la ola de calor?
La ola de calor ha sido alertada por los distintos medios de comunicación, tras los avisos de distintos servicios meteorológicos. Como consecuencia del aumento de temperaturas se produce un aumento de la sudoración, con piel húmeda, fría y pálida, sed excesiva, mareos, calambres, cansancio y respiración más apurada de lo normal. Todo ello se produce por disfunción a nivel del sistema nervioso central, y esto guarda una relación directa con los efectos de la medicación que actúa a este nivel.
El sudor es la forma que tiene el cuerpo para eliminar el exceso de calor, al igual que el jadeo con el ejercicio. Al eliminar ese calor restante, se mantiene la temperatura del interior del cuerpo y por tanto sus funciones.
Las temperaturas elevadas pueden dañar el centro termorregulador con alteraciones que pueden causar la muerte.
Al principio puede haber sed y malestar con sensación de mareo que generalmente mejora tras ingestión de líquidos y reposo.
Posteriormente aparecen calambres musculares en piernas, brazos y en la musculatura abdominal.
En casos graves aparece confusión mental y la persona dice cosas incoherentes, taquicardia, piel caliente y seca, que termina con una disminución del nivel de conciencia y convulsiones. Esto suele ser más frecuente en ambientes muy cálidos y durante la práctica de ejercicio físico.
¿Quiénes son las personas más vulnerables a una ola de calor?
Los niños menores de 5 años, en especial los bebés recién nacidos, los mayores de 65 años y las embarazadas. Aunque las personas con enfermedades crónicas como la hipertensión arterial, la diabetes, la enfermedad pulmonar crónica o las cardiopatías, pueden presentar mayores complicaciones por la toma crónica de medicamentos, o por la propia enfermedad.
En todo caso, la práctica de deporte en temperaturas extremas puede causar serias lesiones. Esto es más frecuente en soldados que realizan rutas en zonas áridas como el desierto, o grandes caminatas al sol. En más de un caso se produce una lesión de las células musculares por deshidratación que puede llegar a afectar al riñón.
La toma de medicamentos crónicos que actúan a nivel cerebral como tranquilizantes, antidepresivos, antiepilépticos, fármacos para el Alzheimer o el Parkinson, pueden aumentar su efecto y causar más efectos secundarios de los habituales para cada medicamento. En estos casos al perder líquidos por el sudor, se concentran más en la sangre y producen mayores efectos a pesar de tomar la dosis habitual.
Las personas que toman diuréticos para perder líquidos, como en la insuficiencia cardiaca, tienen más riesgo de complicaciones por deshidratación.
¿Cómo debemos protegernos de la ola de calor?
Lo más importante es la reposición de líquidos continuamente sin esperar a notar la sensación de sed, ya que este mecanismo actúa a nivel del sistema nervioso central pero tiene una demora entre su captación pro el cerebro, el consumo de líquidos y la regulación térmica.
Los estudios científicos señalan que la reposición debe ser con líquidos frescos, pero no fríos. Puede ser con agua, bebidas isotónicas e incluso frutas que son alimentos ricos en agua. Ya sabéis cuáles son los beneficios de los zumos de frutas.
Las bebidas calientes no apetecen en estas condiciones climatológicas, pero es verdad que tampoco disminuyen la temperatura corporal. Las bebidas azucaradas pueden llegar a aumentar la sensación de sed porque favorecen la pérdida de líquidos por la orina.
En cuanto a las comidas, conviene aumentar la ingesta de frutas y verduras, evitando comidas muy pesadas. Es mejor hacer más comidas por el día en cantidades más moderadas.
Es importante conservar los alimentos en frigorífico para que no se estropeen los alimentos, y así evitar las intoxicaciones alimentarias.
La ropas debe ser ligera, holgada y de colores claros para favorecer la transpiración y ayudar a regular la temperatura corporal. Las gorras en los niños y los sombreros en los mayores son necesarios para reducir la exposición solar, así como las cremas de protección solar. Para las personas mayores se les recomienda estar a la sombra.
Las personas más vulnerables deben permanecer en lugares frescos y ventilados. Durante el día conviene bajar las persianas y cerrar las ventanas para que no entre el calor del exterior, debiendo ventilar la casa por las noches y en las primera horas del día que es cuando la temperatura es más baja.
La actividad en el exterior debe evitarse en las horas centrales del día, entre las 12 y las 18 horas ya que la temperatura exterior y la exposición solar son las más altas del día.
No olvide a nadie dentro del coche. Ya no es la primera vez que queda un niño por descuido, o una persona mayor mientras se hacen recados. Unos pocos minutos pueden ser suficientes para tener problemas.
¿Qué es un golpe de calor?.
Un golpe de calor se reconoce porque la persona sufre mareos, dolores de cabeza, debilidad, calambres musculares en las piernas, taquicardia o aumento de la frecuencia cardiaca, confusión mental no reconociendo a parientes o diciendo cosas sin sentido. La exposición solar o a altas temperaturas y el exceso de sudoración previos puede ayudar a identificar la causa.
¿Qué hacer ante un golpe de calor?.
Si una persona sufre estos síntomas que comentamos debe ponerse en contacto inmediatamente con un servicio sanitario.
El 061 atiende este tipo de situaciones de la forma más eficaz, aunque también se puede pedir ayuda al servicio de Emergencias 112.
Mientras llega la asistencia solicitada conviene bajar la temperatura corporal poniendo al afectado a la sombra, en un sitio fresco y ventilado, aflojando o retirando la ropa y mojando con paños húmedos que se deben reponer continuamente. También se puede utilizar un ventilador o un abanico para reducir el calor de la piel. Si el afectado está consciente debe beber agua o líquidos frescos, en sorbos pequeños. Si está semiinconsciente o inconsciente es mejor esperar a la llegada del equipo sanitario y ponerlo en posición lateral de seguridad, es decir, acostado del lado izquierdo. Claro está, siempre que respire y tenga pulso, que son dos aspectos a evaluar inmediatamente ante una persona inconsciente.
Recomendaciones generales para protegernos de la ola de calor.
Como ya comentamos en otro post del año pasado, protégete de las temperaturas elevadas:
1. Beber agua y líquidos con frecuencia, aunque no se sienta sed y con independencia de la actividad física que se realice.
2. No abusar de las bebidas con cafeína, alcohol o grandes cantidades de azúcar, ya que pueden hacer perder más líquido corporal.
3. Se debe prestar especial atención a bebés y niños pequeños, personas mayores y con enfermedades pulmonares o cardíacas que puedan agravarse con el calor y la deshidratación.
4. Permanecer en lugares frescos, a la sombra o climatizados, y refrescarse cada vez que lo necesite.
5. Reducir la actividad física y evitar realizar deportes al aire libre en las horas más calurosas (de 12.00 a 18.00 horas).
6. Usar ropa ligera, holgada y que deje transpirar, mejor de colores claros.
7. No deje a ninguna persona en un vehículo estacionado y cerrado al sol (especialmente niños, ancianos o enfermos crónicos).
8. Consultar con su médico ante síntomas como mareos, dificultad para respirar o fatiga que se prolonguen más de una hora.
9. Mantenga sus medicinas en un lugar fresco, ya que el calor puede alterar su composición y sus efectos.
10. Haga comidas ligeras que ayuden a reponer las sales perdidas por el sudor (ensaladas, frutas, verduras, zumos, etc.).
Y…¡¡ disfruta el verano ¡¡
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