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Existen múltiples causas que influyen en el desarrollo de la obesidad, ya que no responde a una cuestión personal en relación con los hábitos de vida. Debe ser considerada como una enfermedad compleja que no depende única y exclusivamente de una inadecuada alimentación o falta de actividad física. En Atención Primaria se puede hacer un excelente trabajo para luchar contra la obesidad en el embarazo.

La obesidad es una enfermedad multifactorial , pero ¿qué es necesario hacer desde Atención Primaria para reforzar este concepto de enfermedad mutifactorial cuando hablamos de embarazo?.

 

Las prioridades en Atención Primaria se centran en mejorar el control de los factores de riesgo cardiovascular. La lucha contra las enfermedades crónicas no transmisibles permitirá reducir las enfermedades cardiovasculares como principal causa de mortalidad. Por su trabajo en equipo y continuidad asistencial, es el ámbito sanitario en el que se suelen detectar, se intenta el control y se hace el seguimiento de la hipertensión arterial, la diabetes, los trastornos en el metabolismo lipídico y la obesidad. No sólo como factores de riesgo sino cuando aún no han dado síntomas clínicos y antes de que suceda un evento coronario. 

 

Los periodos cronobiológicos que corresponden al embarazo, durante el primer año de vida y durante la adolescencia son críticos para el crecimiento, maduración y desarrollo. También lo son para la replicación celular, la expresión génica, la regulación endocrina y homeostática. Todos estos aspectos influyen en el desarrollo de enfermedades como la obesidad.


La intervención sobre factores obesogénicos en el periodo de vida intrauterino, infancia y periodo preescolar es esencial para la regulación del balance energético.


El componente multifactorial de la obesidad depende de factores genéticos y ambientales, y durante el embarazo no es una situación distinta. Ante los factores poligénicos hereditarios poco podemos hacer en el embarazo, ya que dicha carga genética predisponente viene determinada para cada uno de nosotros. Pero en los factores ambientales, es posible realizar cambios antes, durante y después del embarazo, con la intención de reducir la prevalencia de obesidad en los primeros años de vida.

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En Atención Primaria, el trabajo conjunto del equipo de médicos, personal de enfermería, fisioterapia y matronas es esencial para influir en una dieta saludable y una actividad física adecuada.

En cada visita que la mujer realiza al centro de salud, el control del peso y la entrevista motivacional para fomentar cambios en los hábitos de vida es clave: no sólo debe ser el abandono del tabaco, si existe, sino el control del peso mediante una reorientación y seguimiento de la dieta más adecuada aprovechando el momento de concienciación que la mujer presenta ante esta nueva situación.

Mencionando la teoría de las etapas de cambio de Prochaska y Di Clemente, nos encontramos en una etapa más proclive a realizar cambios en los hábitos de salud. Es la etapa contemplativa en la que se plantea seriamente un cambio en un periodo breve de tiempo, o de acción en el que ya se ha establecido dicho cambio para abordar la obesidad.

Numerosas investigaciones ayudan a entender mejor los factores “ocultos” que contribuyen al desarrollo de esta enfermedad. Entre otros, la importancia del control del peso antes, durante y después del embarazo. Podemos plantearnos unos interrogantes como: ¿Qué repercusiones puede tener un mal manejo del sobrepeso-obesidad antes, durante y después del embarazo para el feto? o ¿existe una correlación entre la obesidad de la madre y su desarrollo en los niños?.


Un mal control del peso previo al momento de quedar embarazada puede suponer una mayor ganancia del mismo durante todo el embarazo. Y la evidencia científica ha demostrado que esto supone un mayor riesgo cardiovascular para la mujer, para el desarrollo normal del feto y sus complicaciones tras el parto.


Hay mayor prevalencia de obesidad en el recién nacido si la madre presenta obesidad. Existe una correlación reconocida entre ambas, por lo que abordarla de manera efectiva es necesaria. Existe mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 si hay diabetes gestacional, con todas las complicaciones que ello supone tras el parto y al cabo de unos años.

El simple hecho de padecer diabetes gestacional va a suponer mayor riesgo de desarrollar diabetes en la mujer al cabo de diez años. También el peso inadecuado supone un mayor riesgo de aumento de hipertensión arterial en el embarazo y por tanto de eclampsia, con el riesgo que comporta para la madre y el feto. Un niño con problemas de obesidad y de otros factores de riesgo íntimamente asociados como la hipertensión arterial, la dislipemia, la diabetes mellitus o el sedentarismo, va a tener muchas más probabilidades de convertirse en un adulto con esos mismos factores de riesgo cardiovascular. Factores que influirán en un incremento de las enfermedades cardiovasculares, motivo principal de mortalidad en nuestra sociedad.

 

Por supuesto, el ambiente familiar y las conductas de los padres influyen en el comportamiento de los niños en las primeras etapas de la vida: tanto la dieta como el sedentarismo de los padres influirá de manera crucial en los hábitos de los hijos, y la obesidad infantil no es una excepción.

¿Qué iniciativas existen en atención primaria en nuestro país para gestionar el manejo de la obesidad de cara a un embarazo?.

El control exhaustivo del embarazo corresponde a las matronas, que desde los centros de salud tienen programas concretos de seguimiento de todas las patologías que puedan influir en la obesidad durante la gestación. Se dispone de protocolos conjuntos con los servicios de Obstetricia.

Desarrollan también actividades grupales o comunitarias que mejoran los conocimientos sobre hábitos saludables, y en los que suelen participar los servicios de Pediatría. En estos programas se abordan los hábitos de salud de la embarazada para que nazca un niño sano, y se fomenta la lactancia natural, reconocida por tener un papel decisivo para evitar la obesidad en los primeros años de vida.

Esto se complementa con las actividades desarrolladas por los médicos de familia, enfermería y pediatras para conseguir reducir la prevalencia de obesidad y sobrepeso antes del embarazo y después.

De manera genérica, quizás hace falta mayor concienciación entre los profesionales sanitarios y coordinación entre los equipos asistenciales para mejorar el abordaje de la obesidad como enfermedad crónica. Es necesario involucrar a los colectivos ciudadanos de las áreas de influencia de los centros, como las asociaciones de vecinos, clubes deportivos u otras organizaciones locales. También se echa en falta un plan escolar nacional en el que el abordaje de los hábitos de salud sea más efectivo y eficiente para reducir la prevalencia e incidencia de la obesidad.

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El trabajo coordinado de todos los profesionales de Atención Primaria, cada uno con sus tareas pero orientados en la misma dirección favorecerá el abordaje de la obesidad no sólo en el embarazo. En cada consulta de manera individual, y en la comunidad de manera grupal.