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Cuidar a alguien puede ser una obligación en tu trabajo o en tu vida personal. A veces de tanto centrarse en el cuidado de quien quieres, puedes olvidarte de ti mismo. Cuidar es una tarea gratificante que aporta experiencias satisfactorias, pero también puede hacernos sentir sentimientos negativos. Cuando cuidamos lo hacemos por amor, por gratitud de manera altruista, por un deber moral, por obligación. El cuidador ofrece compañía, seguridad y cariño a quien cuida, siendo el referente en quien la persona tiene total confianza. Esto puede suceder en tu trabajo y en tu vida personal, pero vamos a ver algunos sentimientos más asociados al cuidador no profesional.


Quien cuida no sólo vigila el estado funcional y de salud de la persona dependiente, sino que participa en la mayoría de toma de decisiones de sus cuidados: cómo alimentarlo, cómo asearlo, levantarlo o no, acudir a eventos, controlar su tratamiento y las revisiones de salud que pueda precisar,…

cuidar

En primer lugar, el cuidador no debe olvidar que se debe respetar y promover su autonomía en lo posible, se deben tener en cuenta sus decisiones cuando son coherentes, así como sus preferencias y gustos, en los casos en que la situación lo permita.

Sentimientos al cuidar.

Al hablar del cuidador informal, es decir, el que cuida a un mayor con demencia Alzheimer, por ejemplo, o con enfermedades raras neurodegenerativas, pueden existir ciertos sentimientos que son frecuentes en el arte de cuidar.

 

Estos sentimientos pueden causar estrés, y se debe reconocer en el cuidador para evitar el síndrome del burn-out del cuidador o el síndrome de sobrecarga del cuidador. Son sentimientos negativos muchas veces infundados que afectan a la propia vida del cuidador y de quien es cuidado. Son sentimientos de soledad, miedo, tristeza, culpa, ira o irritabilidad.

Todos estos sentimientos se asocian con frecuencia a un sentimiento de astenia o cansancio en el que pueden influir muchos factores propios del cuidador, al que se suma la condición de cuidar.

Cuidar y sentir soledad o aislamiento.

Al cuidar no se deben perder los contactos sociales ya que su pérdida es la base de esta sensación de estar aislado. Es verdad que una gran parte del tiempo de la vida del cuidador se dedica a cuidar, pero se deben buscar momentos de descanso o de contacto con los demás para no ver reducida tu propia vida a este único acto.

cuidarLas preocupaciones por la evolución de la enfermedad de Alzheimer, o de otras patologías degenerativas, el cansancio físico y mental que suponen los cuidados, reducen las ganas de salir de casa para realizar actividades de ocio. Pero esto es necesario.

No conviene estar con los amigos o familiares y contarles continuamente el sacrificio que uno hace, ellos ya lo suponen. Contar lo mismo continuamente puede hacer que incluso te eviten, ahondando en ese sentimiento de aislamiento. Ellos ya entienden que puedes estar viviendo una situación de estrés, no hace falta que se lo comentes continuamente.

Tampoco es buena idea estar continuamente pensando en nuestra tarea, ya que evita que disfrutes cuando salgas.

¿Y qué puedes hacer para cuidar y evitar ese sentimiento de soledad?

A la hora de afrontar la soledad al cuidar, debemos aprender a poner límites al cuidado. Se trata de descansar para seguir cuidando. Es buena idea compartir tiempo con amigos y familiares con quienes te sientes a gusto y apoyado: haciendo actividades en familia o de tiempo libre en grupo. Pero a veces puede ser necesario buscar la ayuda de profesionales, de amigos de verdad o de otros cuidadores que conozcas.

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Tampoco es mala idea estar involucrado en una asociación de enfermos. El asociacionismo te ayuda a relacionarte con otras personas que se dedican a cuidar a personas con similares problemas que puedas tener tú. No sólo dan formación, sino técnicas de ayuda para evitar la sobrecarga y pautas que pueden mejorar tus habilidades para cuidar.

 

 


Cuidar y el sentimiento de tristeza.

Entre los cuidadores es frecuente este sentimiento de tristeza, y es una de las primeras causas de abandono de la tarea de cuidar o de iniciar un proceso de depresión, entre otras. Es un sentimiento lógico y de difícil abordaje que entorpece disfrutar del noble arte de cuidar. Supone gastar energía y eso puede dejarnos sin fuerzas, sin capacidad para cuidar a la persona que cuidamos y a nosotros mismos.

¿Cómo podemos combatir las tristeza?.

Sabiendo que es un sentimiento habitual, debemos tener paciencia y tolerancia con nosotros mismos. Al saber que es un sentimiento frecuente no deberíamos ser exigentes con nuestras autocríticas porque pueden hacernos daño. Es mejor no ser demasiado exigente, aunque esto no significa que abandonemos nuestras obligaciones al cuidar.

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Conviene potenciar nuestro sentido del humor, realizar actividades gratificantes en cuanto sea posible para mejorar la autoestima y sonreir. Es difícil, pero a veces lo mejor para combatir la tristeza es realizar aquello que la produce.

 

Marcar excesivas metas que no se pueden conseguir no nos ayudará. Es mejor poner metas realistas, empleando el sentido del humor, buscando el lado positivo de las cosas. No olvidar las relaciones sociales ni hacer ejercicio físico, ambas cuestiones son fundamentales para cuidar al mayor durante más tiempo.


Cuidar y el sentimiento de culpa.

El sentimiento de culpa surge al tomar decisiones difíciles en temas relacionados generalmente con la salud y los cuidados de la persona que atendemos, como puede ser ofrecerles una alimentación saludable. Estas decisiones nos preocupan porque podemos cuestionarnos si son las acertadas. Si ponemos metas excesivas en cuanto a los cuidados o las expectativas, pueden llevarnos a estos sentimientos. También la decisión de institucionalizar a un mayor puede llevarnos a tener estos sentimientos, pero debemos pensar que en ciertas circunstancias el mayor necesita cuidados constantes por parte de profesionales.

Tampoco debemos pensar que dedicarnos tiempo de ocio, estar con amigos o hacer tareas gratificantes pueden restar tiempo para cuidar al mayor, ya que si no se descansa es imposible seguir cuidando.

Estrategias para hacer frente a los sentimientos de culpa.

Para combatir los sentimientos de culpa conviene identificarlos, expresarlos y aceptarlos. Al analizarlos, es más fácil reconocer los propios límites como cuidadores y plantear metas posibles que sean realizables.

Cuidar y sentir miedo.

Cuando el cuidador se plantea su tarea, puede tener la sensación de no ofrecer todos los cuidados que el mayor precisa. Esto puede deberse a que se siente cansado, porque plantea cuestiones como que no puede detener la enfermedad ni la incapacidad que tiene, que puede fallecer en cualquier momento,… Son ideas tan infundadas que lo único que consiguen es justificar tu cansancio al cuidar. A lo mejor necesitas que te ayuden, ya que compartir esas ideas o pensamientos ayudan a reducir el miedo que sientes.

Cuidar y sentir ira.

La sobrecarga del cuidador puede producir enfados e irritabilidad. La sensación que se tiene es que uno está atrapado en la tarea de cuidar, que los demás no nos apoyan como necesitamos y la tarea sólo es para uno. A veces también nos puede enfadar algunos comentarios o comportamientos de la persona que cuidamos como desnudarse en público, protestar o insultar, decir impertinencias,…. Hay que entender que la persona que requiere cuidados está enferma, por lo que dichas situaciones debemos relativizarlas y entender de quien proceden.

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Tener estos momentos de ira o enfado no significa que seas una persona con un trastorno de personalidad, a veces son señales de una trastorno adaptativo a una situación estresante que puede conducir al síndrome de sobrecarga del cuidador, que se mide con un sencillo test: el test de Zarit.

 

 

 


Cuidar y sentir autocompasión.

La autocompasión consiste en sentir pena de uno mismo, por su tarea inabarcable de cuidar, pero puede surgir por compasión hacia los demás o por la muerte de alguien querido. Nos hace sentir débiles e incapaces para cuidar, y puedes llegar a pensar que no tienes capacidades para cuidar, para controlar todos los cambios en los cuidados.

La mejor forma de vencer este sentimiento es reconociendo el problema y aceptándolo, para a continuación esforzarse en solucionar los problemas de cuidado que puede haber o mejorarlos dentro de nuestras posibilidades.

cuidarEn definitiva, la persona que se dedica al noble arte de cuidar necesita disfrutar de sus merecidos descansos. Muchas preguntas te harás al cuidarlo, pero si no descansas no le puedes seguir ayudando.

No te olvides: descansa y disfruta. Hazlo por él.