Los snacks están muy arraigados en las sociedades occidentales. Se asocian a momentos de ocio y diversión, pero esconden en su interior algunos secretos que vamos a analizar hoy. Si los consideras un alimento, estás equivocado. Los snacks satisfacen el hambre de manera rápida, y durante poco tiempo, ya que su composición y forma de elaboración permite satisfacer el hambre de manera pasajera.
Iniciativas políticas y legislación al respecto existe en algunos países y ciudades. Prohibir que existan alimentos poco sanos en hospitales o colegios parece una buena idea para reducir el consumo de snacks. Veamos por qué.
Los snacks proporcionan muy poca energía al organismo, y su ingesta responde más bien a una cuestión de placer que de salud. No se incluyen en una dieta saludable, y aunque estén presentes en la pirámide de la alimentación saludable, se entiende que su consumo debe ser muy esporádico. Como por ejemplo en reuniones y celebraciones, en actos sociales en combinación con otros elementos de la dieta.
Los snacks están elaborados a base de grasas saturadas y azúcares refinados. Su índice glicémico es alto, por lo que no se deben incluir de manera general en la dieta de la diabetes. Su aporta de azúcar, grasas y sal ha obligado a los gobiernos a reducir su cantidad.
En España, la AECOSAN como organismo público de control sanitario de la seguridad de los alimentos, ha elaborado en 2018 unas recomendaciones para reducir los contenidos de sal, grasas y azúcares en los aperitivos, galletas, bebidas azucaradas y snacks, entre otros.
El objetivo marcado es reducir un 13.8% el contenido en sal y un 10% en grasas trans, como también ocurre en la bollería industrial.
El etiquetado nutricional es obligatorio desde diciembre de 2016. Su contenido debe estar completo, por lo que podemos saber la cantidad que contienen de grasas saturadas, azúcares, proteínas y sal, así como su valor energético. Para facilitar su comparativa con otros productos, debe declararse por cada 100 gramos de producto.
Conviene saber que para las dudas, la AECOSAN (Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición), que pertenece al Ministerio de Sanidad, pone a disposición del consumidor el sitio web: http://eletiquetadocuentamucho.aecosan.com/
Su bajo aporte en nutrientes, minerales o vitaminas, y el alto aporte de grasas y azúcares se han convertido en la razón por la que se incluye en la “comida basura”: poco aporte saludable, y mucho aporte de sustancias no aconsejables que favorecen por ejemplo el estreñimiento.
Los snacks más conocidos son las patatas fritas. Su elaboración a base de harina de patata, permite la incrustación de grasas trans, sal y otros elementos que permiten a nivel industrial elaborarlas con inyección de aire para aumentar el volumen, hacerlas crujientes, onduladas y al mismo tiempo mantener el sabor. Total: una obra de arte para el gusto y el placer.
Pero no sólo están elaborados a partir de patata. El maíz y otros cereales como el trigo o el arroz, son la base sobre la que se innova para dar características organolépticas adecuadas para su aceptación por parte del público. Sobre esos elementos se realizan distintas técnicas de cocción, prensado, mezclas,…que permiten darle su forma final.
En la prevención cardiovascular, las medidas poblacionales tienden a disminuir el contenido indeseable de sal, grasas y azúcar. De esta forma se consigue disminuir el efecto sobre la población limitando el efecto nocivo cuando se consumen.
Pero otra tarea primordial de las autoridades sanitarias es evitar su fácil acceso. Y en este sentido, limitar o prohibir la dispensación de estos productos en centros educativos o laborales resulta una excelente noticia y es fundamental para reducir el riesgo de la población que pueda sufrir un infarto.
Enhorabuena.