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La hipertensión arterial es una de las principales causas de las enfermedades cardiovasculares, que son el primer grupo de enfermedades causantes de mortalidad en nuestro país, y a nivel mundial. La hipertensión es una enfermedad silenciosa que favorece la aparición del infarto de miocardio, el ictus cerebral o la fibrilación auricular. 

La hipertensión arterial, excepto cuando se producen lesiones en órganos diana o cuando se eleva de manera excesiva y causa una emergencia hipertensiva, puede no causar síntoma alguno. El paciente se encuentra bien, no tiene síntomas, pero se ocasiona un daño endotelial en las capas internas de los vasos arteriales. Estos se van dañando provocando un empeoramiento del proceso de arterioesclerosis que endurece las arterias.

En España se estima que padecen hipertensión arterial cerca de 15 millones de personas, por lo que su prevalencia puede causar serios trastornos de salud a nivel poblacional. Veamos unos consejos que pueden cambiar tu vida.

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Conviene saber que en un envejecimiento saludable, también hay una evolución natural de la arterioesclerosis, pero en la hipertensión arterial dicho proceso se acelera.

Por eso, con una dieta saludable como la Dieta Mediterránea y otros aspectos de estilo de vida saludables puedes evitar complicaciones graves de la salud tanto en prevención primaria, cuando no has sufrido un problema coronario, como secundaria cuando has tenido un evento cardiovascular (Estudio Cordioprev).

 

Las principales consecuencias de la arterioesclerosis a nivel cardíaco son la angina de pecho o un infarto de miocardio. pero también puede provocar una fibrilación auricular que descompensa la normal actividad del corazón y causar fatiga. A nivel cerebral pueden causar una trombosis cerebral o una hemorragia cerebral con infaustas secuelas.

Sin embargo, la hipertensión puede pasar inadvertida siendo fundamental la prevención en Atención Primaria, hasta que se detecta en un control rutinario de salud. Detectarla a tiempo tiene sus ventajas porque permite evitar que se mantenga elevada en el tiempo y sus consecuencias: endurecimiento arterial que favorece que siga estando elevada con los años. Por eso es importante la actividad preventiva de detección de, entre otros factores de riesgo, la hipertensión arterial.

De manera general se recomienda que la tensión arterial esté entre unos valores: la tensión arterial sistólica o tensión máxima debe ser inferior a 140 mm Hg, y la tensión arterial diastólica o tensión mínima no debe superar los 90 mm Hg. Estas cifras deben ser aún más bajas en personas que padecen diabetes: 135/85 mm Hg.

No debemos estar obsesionados mirando todo el día la tensión arterial pero sí conviene hacer controles periódicos.

 

Su determinación debe ser realizada en la consulta con unos criterios estándar para que su toma sea válida. En caso de duda conviene acudir a tu enfermero o médico para diagnosticar la hipertensión y tomar las medidas más oportunas que no siempre son fármacos. También conviene consultar si notas palpitaciones.

En personas con alto riesgo cardiovascular (colesterol alto, diabéticos, hipertensos, fumadores, obesidad) conviene ajustar aún más las cifras de tensión arterial, ya que estudios recientes demuestran los beneficios de tener la tensión más baja aunque dentro de unos límites.

De todos modos, su médico de familia le puede modificar los tratamientos pautados para la hipertensión arterial en relación con el resto de patologías que padezca. De este modo se personaliza el tratamiento de esta enfermedad.

Lo que sí está claro, ya tenga alto riesgo cardiovascular o sea una persona joven o mayor sana, es que existen unas medidas no farmacológicas o hábitos saludables que le pueden ayudar a tener la tensión arterial controlada sin tratamiento y que son la base fundamental de un estilo de vida saludable.

Hábitos de salud para defenderse de la hipertensión arterial.

Realizar unos sencillos cambios en el estilo de vida puede ser un arma poderosa para combatir la hipertensión arterial sin precisar fármacos. Eso sí, cuando hace falta medicación debe tomarse de manera regular. Y ambas cosas no están reñidas. Lo que no queda duda es que mantener la tensión arterial controlada es garantía para evitar complicaciones mayores.

A continuación se resumen unos sencillos cambios en el tus hábitos de salud para combatir la hipertensión arterial:

1.- Reduce tu consumo de sal diario.

Bajas en salLa introducción de la sal en el consumo humano tiene un origen social de antes de la época romana. Las primeras suposiciones de su empleo datan de épocas previas al Neolítico y pudiera relacionarse con el uso de agua marina para cocinar, pero aún no hay claras evidencias. Por tanto, en el origen del cuerpo humano no estaba “programado” su consumo.

En el siglo XX su mayor consumo dentro de la dieta diaria empezó a generar problemas de salud y en la actualidad es conocida su influencia sobre la hipertensión arterial.

 

Según datos de la Organización Mundial de la Salud, cada español consume de media entre 10 y 12 gramos de sal diarios, lo que equivale a más de la cantidad que contiene un sobre de azúcar de  las cafeterías (que son entre 8 y 10 gramos).

Lo recomendable es no superar los 5 gramos diarios de sal…así que valorad el consumo que se realiza en cada caso y tomad medidas. No sólo hay que tener en cuenta la sal que se añade a la cazuela sino la que se usa como condimento en la mesa: el salero de mesa. Pero además hay otros alimentos, generalmente procesados y precocinados, envasados o enlatados, fast-food,… que contienen sal “oculta”. Por eso conviene saber interpretar las etiquetas nutricionales de los alimentos que compramos.

2.- Conviene moverse y hacer ejercicio físico.

Moverse de manera rutinaria o como actividad deportiva programada es una excelente arma para reducir la tensión arterial y vencer la hipertensión. La actividad física tiene excelentes repercusiones para la salud.

A nivel cardíaco permite disminuir la fuerza que debe emplear el corazón para bombear la sangre, y favorece la vasodilatación arterial que disminuye la resistencia de los vasos sanguíneos y mejora la irrigación de todos los órganos. A nivel sanguíneo genera colesterol “bueno” o HDL que ayuda a contrarrestar el colesterol  “malo”.

Su práctica debe ser regular y mantenida en el tiempo, adaptada a las características de cada persona y a su situación personal permite un beneficio físico pero también psicológico.

¿No puedes hacer deporte? En ese caso al menos debes ser activo y moverte más caminando, subiendo escaleras,….aprovechando cualquier instante para hacer una actividad física en periodos mínimos de 10 minutos.

Estos breves periodos pueden acumularse a lo largo del día para cumplir con los 150 minutos semanales mínimos de actividad física moderada, aquella en la que eres capaz de caminar a una velocidad y hablas de manera entrecortada. Los estudios científicos también indican que 75 minutos semanales de una actividad física vigorosa con deporte programado pueden ser un equivalente a las actividad física moderada.

3.- Se debe moderar el consumo de alcohol.

Cuando hablamos de alcohol nos referimos al vino y a las bebidas fermentadas como la cerveza, pero en ningún caso las bebidas destiladas cuyo consumo debe evitarse totalmente por su alta graduación.

El consumo excesivo de alcohol causa problemas serios a niveles cardiaco, hepático y cerebral que aumentan las tasas de mortalidad.

El consumo moderado, de un vaso de vino en la comida de 100 cc, y preferiblemente tinto por los poderes de los taninos, puede ser aceptada en el contexto de Dieta Mediterránea cuya protección cardiovascular está evidenciada desde el punto de vista científico.

 

 

4.- Bajar de peso o mantenerse en el peso adecuado.

Las personas que son tienen obesidad padecen hipertensión arterial en una proporción de 3:1 respecto a las que tienen un peso normal. Bajar de peso es una medida económica y muy efectiva para reducir la tensión arterial, incluso más que tomar medicación.

Para hacernos una idea de lo beneficioso que resulta perder peso, los estudios científicos al respecto han demostrado que por cada 10 kilos de peso que se reduce, la tensión arterial sistólica (la alta cuando hacemos las mediciones) puede bajar hasta 20 mm Hg, es decir, de 145 a 125 mm Hg. Esto supondría reducir los valores y no precisar medicación para tratar la hipertensión arterial.

5.- Evitar el tabaco.

El tabaco no tiene causa directa sobre la hipertensión arterial, pero su presencia conjunta en una persona multiplica los efectos perjudiciales de cualquiera de estos dos factores de riesgo cardiovascular multiplica las probabilidades de padecer un evento coronario mortal.

No es igual el riesgo de muerte para un hipertenso fumador que para un hipertenso no fumador. Eso, sin tener en cuenta el riesgo de cáncer asociado.

El tabaco induce cambios en la capa interna de la arterias, modifica los valores de colesterol en sangre, aumenta los fenómenos trombóticos en las arterias,… es decir, ocasionan cambios que inducen el doble o el triple de las complicaciones cardiacas y cerebrales que puede padecer otra persona de las mismas características pero no fumadora.

Dejar de fumar puede tener más beneficios para las personas que padecen hipertensión arterial que mantener el tabaco y tomar medicación antihipertensiva.

Abandonar el hábito tabáquico suele ser un buen propósito a principios de año, pero podemos adoptarlo en cualquier momento. Si eres hipertenso y fumas, al dejar de fumar puede normalizarse tus cifras de tensión arterial sin medicación. Doble beneficio para tu salud…¡y para tu bolsillo¡

6.- Es fundamental controlar el colesterol sanguíneo.

A pesar de que la elevación del colesterol no tiene una clara asociación con la hipertensión arterial, el hecho de que aparezcan juntas en la misma persona multiplica los efectos adversos de ambas y aumenta exponencialmente el riesgo de padecer un evento cardiovascular, como un infarto de miocardio ( aún más si se fuma).

El colesterol “malo” en sus distintas formas de partículas (VLDL, LDL y los triglicéridos) tienen una mayor capacidad para adherirse a la capa interna de las arterias e inducir cambios inflamatorios y bioquímicos con producción de partículas que oxidan las placas de ateroma y generan otras sustancias que inflaman y reducen el calibre del vaso a dicho nivel.

Con estos cambios, es más fácil que las plaquetas de la sangre formen trombos en el interior de los vasos de consecuencias catastróficas. Las cifras ideales indican que en personas sin patologías el colesterol total debe ser inferior a 200 mg/dl.

Pero lo que de verdad marca el riesgo cardiovascular es el nivel de LDL que debe ser inferior a 120 mg/dl. En personas diabéticas o con antecedentes cardíacos el objetivo debe ser inferior a 100 mg/l e incluso a 70 mg mg/dl. El nivel óptimo para cada persona debe basarse en sus antecedentes personales, por lo que su médico le indicará los objetivos reales.

Con una dieta sana y equilibrada, baja en grasas saturadas y pobre en grasas insaturadas y trans, podemos reducir los niveles de colesterol evitando complicaciones asociadas a la hipertensión arterial y que aumentan el riesgo cardiovascular. Recuerda que las grasas trans abundan en la bollería industrial por lo que conviene reducir su ingesta.

7.- Reduce el consumo de café y estimulantes.

Aunque se está estudiando la relación entre la hipertensión arterial y la ingesta de café, parece que el consumo superior a 6 tazas de café diarias pueden incidir en un aumento de la presión arterial mantenida. Conviene por tanto reducir su ingesta y la de sustancias estimulantes en forma de refrescos o bebidas energéticas.

 

Ya sabes, si quieres defenderte de la hipertensión arterial prueba estas sencillas armas: ejercicio físico regular, dieta sana y equilibrada, alcohol, café y sal moderados, nada de tabaco y controles periódicos de salud.