Las grasas trans puede que no os suenen. No todo el mundo sabe lo que son. Pero estaréis de acuerdo en que la bollería industrial es un recurso alimentario al que se recurre a menudo tanto para los niños como para los adultos que precisan una merienda, un tentempié o un desayuno y esconden azúcares, sal y grasas trans. ¿Quieres saber lo que aportan?. Pues lee esto y decide si no será mejor prepararles meriendas con fruta o un bocadillo, y desayunar tostadas de pan integral.
Los resultados de un estudio realizado por investigadores españoles demostraron que el consumo de hidratos de carbono de calidad y con bajo índice glicémico reducen en un 56% el riesgo cardiovascular, es decir, infartos, ictus o muerte cardiovascular frente a los que consumen azúcares refinados o hidratos de carbono de alto índice glicémico.
Y esos hidratos de carbono de calidad se encuentran en algo tan sencillo como el pan integral que debería formar parte de una alimentación saludable.
El índice glicémico hace mención a la capacidad que el azúcar que consumimos consigue elevar en muy poco tiempo las concentraciones del mismo en la sangre.
Si el pico o la elevación de la concentración de azúcar se consigue bruscamente las lesiones que se producen en los vasos sanguíneos y que ocasionarán infartos de miocardio, trombosis cerebrales o muerte de causa cardiovascular parecen ser mayores respecto a elevaciones más leves y mantenidas en el tiempo como las que causan otros hidratos de carbono.
Además, están asociados al riesgo de desarrollar diabetes mellitus tipo 2 u obesidad.
El pan elaborado con cereales integrales mejora el riesgo cardiovascular, al estar elaborado por azúcares o hidratos de carbono de calidad y por fibra, que permite enlentecer la absorción de los mismos y disminuir los picos de concentración en la sangre.
La bollería, sin embargo, está compuesta por azúcares refinados similares a los de las bebidas azucaradas. La OMS recomienda en general limitar el consumo diario de azúcar a 25 gramos diarios, es decir, unas 6 cucharillas de café. Esto representa un 5 % de aporte calórico total diario, por lo que la cantidad contenida en la bollería debe tenerse en cuenta.
En la elaboración de la bollería industrial también se usan grasas saturadas al utilizar mantequillas, aceite de palma y coco, nata o manteca de cerdo.
Pero el principal componente graso lo conforman las grasas industriales de tipo trans (también presentes en los alimentos procesados, comida rápida, aperitivos, pizzas congeladas, y no sólo en los pasteles, en la bollería o las galletas).
Seguir una dieta saludable es lo mejor para tu salud y este tipo de alimentos debe consumir muy esporádicamente para que no te cause problemas.
Hace tiempo que en Estados Unidos se prohibió el uso de grasas trans en la alimentación.
En Europa se iniciaron movimientos legales para conseguir también este propósito. El principal motivo de la regulación de su uso en ambos casos se debía a las catastróficas consecuencias que su consumo tiene para la el corazón y el cerebro principalmente.
De las 2000 kcal de consumo diario el consumo de tan sólo unas 25 kcal diarias puede suponer consecuencias en tu salud cardiovascular.
¿En qué alimentos podemos encontrar los ácidos grasos trans?
La principal fuente de ácidos grasos trans en alimentación procede de los alimentos industriales a partir de la manipulación de aceites vegetales.
Su uso les confiere características organolépticas que hacen más agradable al sabor el consumo de ciertos alimentos: bollería, pastelería industrial, galletas, alimentos precocinados, snacks,…
Pero también pueden proceder del consumo de carnes y derivados animales rumiantes como la vaca, la cabra o la oveja. De ahí que la mantequilla, la nata, la leche entera, los helados y batidos, o la grasa de estas carnes contenga ácidos grasos trans de origen natural aunque en una proporción mínima.
La fuente industrial de ácidos grasos trans ocurre al hidrogenar parcialmente los aceites vegetales.
Si la hidrogenación es total se forma una grasa saturada, pero si la hidrogenación es parcial se produce una mezcla de ácidos grasos saturados, monoinsaturados y poliinsaturados que resultan ser grasas cis y grasas trans.
Los alimentos horneados como galletas, bollería industrial, alimentos precocinados, snacks y los fritos como patatas fritas, maíz, y otros aperitivos, junto con los helados, cremas y batidos son los alimentos que contienen grasas trans en mayor cantidad.
¿Cómo te afecta su consumo?
Cuando ingerimos alimentos que los contienen, las grasas trans se absorben en el intestino y pasan a la sangre como cualquier otra grasa.
Desde la sangre se distribuyen por todo el organismo y se incorporan a las membranas de las células sustituyendo a un componente de las mismas conocido como fosfolípidos que componen las membranas celulares.
Al reemplazarlas, dichas células pierden flexibilidad y cambian sus propiedades superficiales que no permiten adherir el colesterol circulante por lo que no disminuyen sus niveles en sangre.
También facilitan la formación de derivados grasos que tienen más capacidad aterogénica, es decir, mayor capacidad para formar placas de ateroma en el interior de las arterias que las “atascan” y favorecen depósitos de calcio en las mismas, lo que se conoce como placa de ateroma.
Ambos procesos que va acumulando grasas y calcio en las paredes de las arterias, las endurecen y son la base fisiopatológica de la arterioesclerosis. Si además fumas, deberías ir pensando en dejar de fumar porque los factores de riesgo no se suman sino que se multiplican y el riesgo cardiovascular se incrementa considerablemente.
Todo lo anteriormente comentado nos permite comprender que el efecto de tomar a diario grasas trans provoca una elevación de los niveles de colesterol LDL conocido como “colesterol malo”, y disminuir los niveles de HDL conocido como “colesterol bueno”.
Si comparamos el consumo de calorías procedentes de ácidos grasos trans con las mismas cantidades de grasas saturadas e insaturadas, el consumo de ácidos grasos trans provoca casi el doble de cantidad de LDL. Para hacernos una idea por cada gramo de grasas trans se precisan 10 gramos de grasas saturadas, que ya de por sí no son beneficiosas para la salud, para provocar el mismo efecto de rigidez en la pared arterial.
Además, los ácidos grasos trans aumentan los niveles de triglicéridos en sangre, convirtiéndose en un factor de riesgo independiente de enfermedad cardiovascular.
Y por si fuera poco, están asociados a procesos de inflamación a nivel de las placas de ateroma de las arterias, que desencadenan la ruptura de las placas de ateroma asociadas a los infartos y a la muerte súbita.
¿Cuánta cantidad de esta grasa se recomienda?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2009 recomendó que el consumo medio fuese menor al 1% del aporte energético diario. Si la cantidad de calorías recomendada diaria se sitúa entre las 2.000 y las 2.500 Kcal, la cantidad máxima recomendada de calorías procedentes de grasas trans debería ser de 20 a 25 calorías al día.
Hay que tener en cuenta que cada gramo de grasa aporta 9 calorías, por lo que la ingesta total grasas trans no debería exceder de 2,5-3 gramos al día. La propia OMS recomienda la necesidad de reducir significativamente o eliminar los ácidos grasos trans de la producción industrial en los alimentos, medidas legislativas que algunos países ya han adoptado.
Por último, conviene recordar que este tipo de productos contiene sal. Su consumo en general para prevenir enfermedades cardiovasculares debe estar limitado a menos de 5 gramos al día (aproximadamente una cucharadita de café).
Los consumidores no somos plenamente conscientes de los efectos que una ingesta elevada de grasas trans tienen sobre la salud y especialmente la salud cardiovascular. Las medidas para prevenir problemas a veces se inician en la tienda al comprar productos, de los que debemos saber leer o interpretar la etiqueta nutricional.
Hacer una compra saludable puede ser un gran paso para reducir la presencia de bollería en nuestra cocina. Hace falta planteárselo e iniciar un nuevo hábito para una alimentación saludable. Esperamos haber despertado vuestra curiosidad para conocer los mecanismos que hace tan dañina a esta grasa que consumimos.
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