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La fragilidad es un concepto mal definido pero muy intuitivo, que hace mención a la persona mayor con alto riesgo de complicaciones dadas sus patologías crónicas de base. Parece que en los últimos años se ha convertido en un término muy recurrido dada la elevada esperanza de vida en nuestro país.

Aunque a medida que avanza la edad de la población, aumenta la prevalencia de factores de riesgo y de trastornos crónicos, la presencia de dependencia de terceras personas por dificultades de movilización es lo que más influye en dicho concepto de fragilidad.

fragilidad

Entre las enfermedades crónicas más prevalentes nos encontramos con la hipertensión arterial, la diabetes mellitus, la enfermedad coronaria, la obesidad, la osteoartrosis, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica o EPOC, el ictus, la fibrilación auricular o la demencia, entre otras.

 

Generalmente estas enfermedades crónicas no aparecen aisladas sino en conjunción con otras, lo que se denomina como pluripatología. Se trata de la concurrencia de varias enfermedades en la misma persona, y esto determina una debilidad sumatoria que causaría cada una de ellas por separado.

En la fragilidad, cada una de estas enfermedades puede descompensarse de manera aislada, pero repercutir en las otras enfermedades concurrentes y ello determina una mayor gravedad que si lo hiciesen de manera individual.

La complejidad de la enfermedad es mayor en la fragilidad y ocasiona un estado de salud debilitado, que repercute en la funcionalidad del enfermo, es decir, en la capacidad de valerse por sí mismo para la vida: en su aseo, en su vestido, en su alimentación, así como en otras esferas que determinan sus autocuidados.

Estas consecuencias son las que definen ese estado de fragilidad, y de precisar cuidados en su vida diaria como es la alimentación. De ahí que sean frecuentes los problemas nutricionales y se precisen suplementos nutricionales en determinados casos.

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La prevalencia de enfermedades crónicas concurrentes es muy habitual en edades avanzadas. Se ha descrito que una cuarta parte de los mayores de 65 años y un tercio de los mayores de 85 años padecen al menos cuatro enfermedades crónicas.

Esta concurrencia de enfermedades puede determinar la existencia de fragilidad, ya que ocasiona un descenso de la funcionalidad de la persona mayor y discapacidad tanto física como psíquica.

 

Se sabe que cuanta mayor fragilidad, lo cual se puede determinar con un cuestionario, mayor es la mortalidad asociada de quien la padece.

La salud de las personas mayores debe medirse en términos de funcionalidad y no de enfermedad, pues es aquélla la que determina la expectativa de vida, la calidad de vida y los recursos o apoyos que precisará.

La fragilidad es como un estado de prediscapacidad o riesgo de desarrollar discapacidad entendida como una situación de limitación funcional, en la que las complicaciones incluida la muerte son mucho más habituales de lo que debería.

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Los principales factores asociados a fragilidad son la edad más avanzada, el sexo femenino, el mayor número de enfermedades, la discapacidad y el deterioro cognitivo.

En Atención Primaria se atiende a una población cada vez más envejecida en la que la fragilidad es una circunstancia que aparece con mayor frecuencia. Su detección precoz permite retrasar las situaciones de dependencia y mejorar la calidad de vida, y en este aspecto la colaboración de los cuidadores es fundamental.

Para que el cuidador se haga una idea de los aspectos que tienen mayor importancia en la fragilidad, conviene saber que existen ciertos factores de riesgo:

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.- edad avanzada, generalmente superior a los 80 años

.- haber padecido una hospitalización reciente o ingresos repetidos

.- inadecuadas condiciones sociofamiliares

.- coexistencia de varias enfermedades que hemos definido antes y que se asocian en un término conocido como comorbilidad

.- que tome al menos cinco fármacos, lo que se conoce como polifarmacia.

.- la escasa movilidad o la inactividad física

.- otros síndromes en el anciano que condicionan repetidas caídas o alteración nutricional.

De manera muy sencilla, puede determinarse la capacidad de levantarse sólo y caminar: es lo que se llama test Up and Go y cuya lentitud en realizar determina una mayor discapacidad funcional y es base de fragilidad.

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Sin apuntar los tiempos que se califican en estas pruebas, el hecho de que esa habilidad disminuya en el tiempo debe hacernos pensar en la evolución del concepto de fragilidad en la persona, con todo lo que ello implica.