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La fibrilación auricular es la arritmia más frecuente en nuestro país, al igual que en los países occidentales. La desorganización de la actividad de la aurícula favorece el riesgo de formar trombos que pueden tener serias repercusiones para el paciente, y unos altos costes sanitarios para los sistemas de salud. Hay distintas causas por las que esta arritmia es más frecuente en las mujeres. Veamos por qué.

 

La fibrilación auricular consiste en una actividad de contracción poco organizada de la aurícula izquierda, favoreciendo que se enlentezca la circulación sanguínea en esta cámara del corazón, donde otros factores circulantes protrombóticos que circulan en la sangre favorecen la formación de pequeños trombos que pueden ser lanzados al torrente sanguíneo. Esto puede favorecer la formación de émbolos sanguíneos que saltan a la circulación, y con frecuencia se alojan en las arterias cerebrales ocasionando un ictus. Para mantener una buena salud cerebral, es fundamental mantener una adecuada salud cardiaca y para ello son fundamentales los buenos hábitos de salud que reducen el riesgo cardiovascular.

 

 

El famoso estudio Framingham ya observaba un incremento de los casos de fibrilación auricular que aparecen cada año desde mediados de los años 50 del siglo XX. Como la población suele tener complicaciones por esta enfermedad, y los avances en la organización de los sistema sanitarios y los fármacos que se emplean permiten que estas personas sigan con vida aunque con secuelas. Esto incrementa la prevalencia, que se estima en un 2-4% de la población.


Lo que se apreció en el estudio Framingham refrendado en otros estudios a nivel nacional e internacional, es que las mujeres que padecían fibrilación auricular solían padecer hipertensión arterial, diabetes mellitus tipo 2, altos niveles de colesterol en sangre, y además fumaban y tenían sobrepeso u obesidad.


Las mujeres que presentan esta arritmia suelen presentar lesiones cerebrales o ictus más graves, con mayores repercusiones que ocasionan discapacidad. pero además, tienen el doble de riesgo de mortalidad porque asocian todos los factores de riesgo que hemos relacionado con mayor prevalencia que los hombres.

Por tanto, el sexo femenino es un predictor de ictus más potente que en los varones y asocia mayores consecuencias de deterioro de la función cognitiva y demencia, así como mayor mortalidad. Los estudios poblacionales reflejan que un 5% de hombres y mujeres que padecen fibrilación auricular pueden presentar un ictus, variando según las comorbilidades de cada persona.

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Para evitar este factor modificador del riesgo, es importante que los sistemas de salud establezcan adecuados canales de comunicación entre Atención Primaria y hospitalaria, que sean eficaces y eficientes. La e-consulta es un sistema de alto valor comunicativo entre especialistas con el paciente como verdadero centro de la atención de su salud.

 

 


El cribado oportunista de la fibrilación auricular mediante la palpación del pulso o el electrocardiograma periódico, sobretodo en pacientes hipertensos mayores de 65 años es una recomendación con alto nivel de evidencia científica según las guías científicas de cardiología.


Los gadgets tecnológicos, teléfonos móviles, relojes inteligentes, entre otros, son sistemas de detección de esta arritmia que complementan el cuidado en los centros de salud por parte del equipo de Atención primaria, y el seguimiento de monitorización con dispositivos implantados en los servicios de cardiología.

La forma clínica con la que suelen aparecer los síntomas de una fibrilación auricular puede ser clásica, con palpitaciones, disnea o dificultad para respirar, mareo, dolor en el pecho o edemas en los tobillos. Es menos frecuente, pero las mujeres suelen referir una debilidad y fatiga fuera de lo normal con un disconfort general que repercute en su calidad de vida y disminuye su vitalidad diaria. No debería confundirnos con cuadros de ansiedad o depresión.

Las causas por las que hay diferencia de presentación en las mujeres parece centrarse según las últimas investigaciones en:

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      • distinta regulación de la presión arterial como consecuencia de la edad, ya que es distinta antes y después de la menopausia por cuestiones hormonales y genéticas asociadas al cromosoma XX de la mujer que las hace más sensibles a la respuesta al sodio en las dietas bajas en sodio como la dieta DASH.
      • distinta distribución de la grasa corporal, con mayor distribución a nivel subcutáneo y en muslos y menor a nivel abdominal y visceral. Este almacenaje dispar de la grasa altera los niveles de colesterol y triglicéridos sanguíneos.
      • distinto seguimiento de la dieta Mediterránea, con una menor adherencia a largo plazo en las mujeres.
      • distinta respuesta cerebral y a nivel olfativo ante la selección de alimentos de alta carga energética, también de causa hormonal.

En definitiva, distinción entre hombres y mujeres por mecanismos variados que implican una diferencia en los estudios y en la clínica diaria.

 

Aunque las indicaciones de tratamiento es igual para hombres y mujeres, cierto es que la sintomatología en la mujer y la mayor edad de presentación diferencia parcialmente el tratamiento anticoagulante, el control de la frecuencia cardiaca y la eficacia de las ablación con catéter. El papel de las hormonas femeninas como la progesterona que altera el intervalo QT del corazón, o la mayor fibrosis auricular producida por las hormonas sexuales altera la eficacia de los tratamientos e influye en la distinta mortalidad entre hombres y mujeres.

Así que, ya sabes, mejora los hábitos de vida para tener una buena salud y cuídate con ayuda de tu equipo sanitario.