El estrés es un sentimiento de tensión física o emocional ante una situación que nos puede hacer sentir frustrado, furioso o nervioso. Se trata de una reacción del cuerpo ante un desafío o una petición que generalmente no se puede realizar o supone una dificultad. Si se produce en pequeños episodios el estrés puede ser positivo (como cuando nos ayuda a evitar el peligro o cumplir con una fecha límite), pero cuando el estrés se prolonga en el tiempo puede dañar nuestra salud.
Multitud de estudios han sido realizados por científicos para entender las claves del estrés. Una necesidad para la supervivencia de nuestra especie, pero en situaciones prolongadas puede ser el sustrato necesario para patologías psiquiátricas como en los trastornos de personalidad.
De manera esquemática, vamos a revisar las claves para saber si una persona puede tener estrés ya que tiene sus repercusiones en la salud cerebral y cardiovascular. Padecer un ictus o un infarto de miocardio pueden tener alguna influencia en estas dos patologías tan prevalentes y comunes en la población como causa de mortalidad.
Pero la irrupción de la pandemia por el Covid-19 no sólo ha incrementado el consumo de ansiolíticos y antidepresivos. El confinamiento ha modificado los hábitos de la población, y ello a generado una sensación de inseguridad que ha incrementado los niveles de estrés.
Además, está demostrado que el estrés afecta a un elevado número de personas siendo la principal causa de jornadas de trabajo perdidas (60%) según la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo (EU-OSHA).
¿Qué podemos hacer para prevenir el estrés?.
En la prevención de cualquier problema de salud, la actividad física y una dieta adecuada así como hábitos de salud muy sencillos pueden ayudarnos.
Entre otras cuestiones, debemos permanecer muy atentos a los signos que nos avisan de que podemos estar padeciendo estrés, como por ejemplo:
1. Síntomas mentales como presentar dificultad para concentrarse, mal humor, nerviosismo y ansiedad, preocupación excesiva, agitación, tensión y sensación de aislamiento o agobio.
2. Agotamiento, dolor de cabeza, tensión muscular, sensación de falta de energía, sequedad bucal, problemas gástricos, diarrea o estreñimiento, náuseas, vértigo y pulso cardíaco rápido.
3. Cambio en los hábitos, ya que puede descompensar las necesidades más básicas como comer o dormir. Hacerlo en exceso o muy poco pueden ser signos de estrés que necesitan una supervisión.
4. Dejadez y excesos. Cuando las preocupaciones acaparan todo el pensamiento, podemos abandonarnos en nuestra manera de vestir e incluso en la higiene o abusar de sustancias como el alcohol, el tabaco o los tranquilizantes.
5. Malestar general. En situaciones de estrés, el cuerpo aumenta la producción de cortisol y adrenalina, lo que puede dar lugar a modificaciones del ritmo cardíaco, de la presión sanguínea, el metabolismo y la actividad física lo que produce un estado general de malestar.
6. Pesimismo y miedos incontrolables. El hecho de vivir diariamente con pensamientos negativos, recuerdos de un evento traumático del pasado, o casos extremos de pánico o miedos incontrolables pueden indicar que padecemos estrés.
No siempre que se padecen alguno de estos síntomas significa que exista estrés. Pero sí conviene saber que si varios de estos síntomas se asocian sin una causa justificada, es importante estar alerta para consultarlo con tu médico y poner un remedio.