Con la llegada del verano, la exposición al sol por parte de la población aumenta y el melanoma es un riesgo que hay que conocer. Las quemaduras solares que aparentemente son inofensivas, pueden tener importantes repercusiones para nuestra salud. Son habituales las campañas sanitarias sobre la exposición saludable al sol, y las medidas que se deben tener en cuenta para evitar complicaciones como padecer un melanoma.
Antes de entrar a conocer el melanoma, conviene saber que la piel es el órgano más grande del cuerpo, la que mayor extensión tiene. La piel puede captar sensaciones físicas como la temperatura, el tacto y el dolor. Y su principal misión es protegernos del sol, de la temperatura exterior y de las infecciones.
En otra ocasión comentamos la relación entre el calor y la salud, y en ella vimos la importancia de la piel y el sudor. También hemos visto lo importante que es para poder sintetizar la vitamina D, tan necesaria para nuestros huesos.
Estas misiones dependen del grosor y textura de la piel, que no es uniforme en todo el cuerpo. Lo que sí es uniforme son las capas que presentan: una externa o epidermis y una interna o dermis.
La capa externa o epidermis está continuamente en proceso de remodelación, ya que sus células se caen o descaman. Debajo de estas células que se caen están los melanocitos, cargados de melanina, un pigmento que da color a la piel y que nos protege de las radiaciones ultravioletas solares. Por eso con la exposición al sol se produce más melanina y la piel se broncea.
Pero en ocasiones, las células tumorales se originan en los melanocitos, por ejemplo tras exposición excesiva al sol. En este caso, las personas con una predisposición genética pueden desarrollar una transformación de las propias células en células tumorales y desarrollar un cáncer conocido como melanoma.
El melanoma puede desarrollarse tanto en la piel como en las mucosas de la boca, el recto, la vagina e incluso dentro del ojo en la capa coroides del mismo.
Hay otros dos tipos de cánceres cutáneos diferentes al melanoma: el carcinoma basocelular y el carcinoma espinocelular. Aunque estos dos tipos de cáncer de la piel son los más frecuentes, afortunadamente no representan más del 0,1% de las muertes debidas a cáncer.
¿Cómo puede saber si tengo riesgo de padecer melanoma?
Las personas que más riesgo tienen de padecer melanoma son las de piel clara, pero que se han expuesto de manera excesiva al sol, es decir, que han padecido numerosas quemaduras solares en su vida.
Pensemos que la piel es como una tarjeta de crédito que se va consumiendo a medida que nos exponemos al sol. Al terminar el crédito, se alteran las células melanocíticas y se desarrolla un melanoma. Dicho crédito no es igual en todas las personas ni en todas las razas.
Por tanto, el principal responsable del melanoma es la radiación ultravioleta por exposición inadecuada al sol o a otras fuentes artificiales, como las lámparas bronceadoras de ultravioletas. Por eso protegerse de las radiaciones solares es lo más eficaz para evitar su desarrollo.
No todos los países del mundo tiene la misma frecuencia de padecer melanoma.
Por ejemplo, Australia es el país con mayor incidencia de melanoma debido a que la mayoría de la población tiene la piel clara y la latitud condiciona una gran exposición solar.
La edad más frecuente de aparición es entre los 30 y los 60 años, con una media de 50 años. Es poco frecuente en niños pero si aparece suele ser relativamente benigno en su extensión, es decir, no es frecuente que produzca metástasis.
Aunque no hay mayor tendencia por aparecer en un determinado sexo, su localización suele ser diferente: en las mujeres predomina en miembros inferiores mientras que en los varones aparece más en tronco, cara, cuello y hombros.
Posiblemente la distribución de las localizaciones puede tener relación con las áreas de piel expuestas al sol, según las modas en el vestir.
Otra característica a tener en cuenta es el color de la piel ya que el riesgo de aparición de melanoma es 20 veces mayor en personas de raza blanca que en las de raza negra.
Entre las personas de raza blanca, el riesgo de melanoma varía en función del fototipo.
Es importante conocer el de cada uno, que depende del color de la piel, la capacidad para broncearse, el color de los ojos y el pelo. Así, las personas con fototipo:
- tipo I: suelen ser pelirrojos, pecosos, con facilidad para quemarse con el sol pero con dificultad para broncearse.
- tipo II: suelen ser rubios de piel blanca, ojos claros, que se queman a veces y pocas veces consiguen un bronceado tras exposición al sol.
- tipo III: suelen tener pelo castaño, ojos oscuros, con buena capacidad para broncearse y rara vez se queman con el sol.
- tipo IV: son de piel negra o morenos intensos, con ojos oscuros, que se broncean con facilidad y nunca se queman con el sol.
Otra importante circunstancia a tener en consideración es el antecedente de haber padecido un melanoma, o que lo han tenido sus familiares directos como padres o hermanos. Una de cada diez personas que padecen melanoma, tiene a un familiar directo que lo ha padecido. En estos casos, puede ser por un motivo genético o por compartir hábitos poco saludables como una exposición solar excesiva.
Padecer ciertas enfermedades raras como el xeroderma pigmentosum, hace que el riesgo se multiplique de una manera desmesurada para padecer melanoma.
En esta enfermedad, la reparación normal de las células que se dañan con la radiación ultravioleta no se consigue, y el riesgo de melanoma alcanza unas 2000 veces.
Las personas con nevus congénitos gigantes tienen más riesgo de desarrollar melanoma. Pero también aquéllas que padecen nevus atípicos pueden dar un disgusto.
¿Cuáles son los síntomas del melanoma?
Los melanomas no suelen ser dolorosos. La primera señal del melanoma con frecuencia es un cambio en el tamaño, forma, color o sensación de un lunar existente. Aunque también pueden aparecer como un lunar nuevo, negro o anormal. Los síntomas son consecuencia del crecimiento incontrolable de células cancerosas.
Conviene saber que la mayoría de nosotros tenemos lunares en la piel, y casi todos los lunares son benignos. Cuando se observen cambios en un lunar según la regla del ABCD debemos consultar para descartar el riesgo de un melanoma. Estas reglas son:
A: Asimetría: que la mitad de un lunar no es igual que la otra mitad.
B: Bordes irregulares: bordes desiguales. Irregulares, borrosos o dentados.
C: Color: los colores más peligrosos son los rojizos, blanquecinos y azulados sobre lesiones de color negro.
D: Diámetro: cuando el lunar mide más de 6 milímetros o aumente de tamaño (mayor de 6 mm.)
Exponerse al sol, en las primeras horas del día o al final del mismo, garantiza disfrutar del beneficio del mismo minimizando el riesgo de complicaciones. Ponte al sol pero usa la cabeza.