La disfagia es la alteración o dificultad para movilizar el bolo alimenticio desde la boca al estómago. Esto facilita la posibilidad de que el alimento se desvíe hacia el árbol respiratorio ocasionando un atragantamiento. Es mucho más frecuente en los ancianos y las causas son muy variadas.
Las personas mayores presentan muchas patologías que pueden favorecer la disfagia. Mantener su salud cerebral es primordial para evitar los ictus, que la ocasionan. Pero también es importante controlar la salud cardiaca y evitar la fibrilación auricular como principal motivo causal del ictus.
Las personas con disfagia suelen presentar:
.- carraspeo o sensación de atascamiento de la comida en la garganta
.- tos durante y después de la ingesta
.- atragantamientos generalmente con líquidos
Recomendaciones al cuidador de personas con disfagia
Cuando un cuidador se dispone a dar la comida a un enfermo con disfagia, se debe buscar un momento de tranquilidad o un ambiente relajado que evite las distracciones. Esto es especialmente importante si el paciente presenta demencia asociada a la disfagia, ya que facilita que se concentre en el proceso de alimentación.
La comida debe darse sin prisa, y preferiblemente con cuchara o tenedor que no lastime los labios o la boca en caso de que muerda el utensilio. En casos muy concretos podría usarse la jeringa aunque nos e algo recomendable, como tampoco el uso de pajitas.
El tamaño del utensilio, la carga de alimento en el mismo o el tamaño de los trozos de comida deben tenerse muy presentes para evitar disgustos. Paciencia y trozos adecuados en tamaño o cantidad de comida en la cuchara adecuada a cada persona.
La consistencia de los alimentos que se dan debe ser la adecuada. Hay dietas de fácil deglución, como la que propone la Sociedad española de Endocrinología y Nutrición. Probablemente, tanto el médico, el nutricionista o el enfermero le habrán advertído sobre esta circunstancia. También le habrán comentado qué alimentos debe evitar o sobre su peligrosidad por las complicaciones que pueden causar.
En otras ocasiones, las personas con disfagia deben usar espesantes para los alimentos líquidos, como por ejemplo la sopa o el agua.
Tras la ingesta, la persona debe mantenerse erguido o de pie, evitando recostarse inmediatamente tras la comida para evitar el reflujo del alimento.
También, tras la ingesta se debe mantener una adecuada higiene oral con lavado dental y oral adaptado a la situación cognitiva y de funcionalidad de cada persona.
No se debe hablar mientras se come, e incluso a veces hay que buscar un ambiente relajado y con poca gente, evitando comidas con muchas personas que puedan distraer.
No se debe dar la comida si la persona está adormilada, o agitada. En este caso es preferible postponer el momento de la comida a otro más idóneo. También hay que esperar a vaciar la comida que hay en la boca antes de pasar a la siguiente cucharada.
Cuando se da la comida a una persona con disfagia, la espalda debe tocar el respaldo de la silla con el tronco erguido. Esto no sólo evita dolor cervical, sino que alinea el esófago y favorece el progreso natural del bolo alimenticio.
Un proceso de alimentación en cada una de las comidas principales debe rondar los 30 minutos, con paciencia y cariño. En personas con gran deterioro y fatiga muscular, quizás convenga hacer mayor número de tomas de menor cantidad.
El menú en una persona con disfagia debe ser variado y bien presentado con la temperatura adecuada. Salvo las cuestiones comentadas, debe basarse en una dieta saludable adaptada a las patologías que padezca: diabetes, hipertensión arterial, dislipemia,…
Por último, y según la valoración nutricional de cada persona se debe considerar el uso de suplementos nutricionales si es necesario.
Al dar de comer a personas con disfagia, recuerda: textura adecuada, cariño y paciencia.