En los años 90, en Estados Unidos se promovió un patrón dietético contra la hipertensión arterial: la dieta DASH basada en disminuir el sodio por debajo de 2.3 gramos, e incluso inferior a 1.5 gramos en la dieta DASH baja en sodio. Así mismo, se promovía aumentar el contenido en potasio, calcio, magnesio y fibra. Teniendo en cuenta que la hipertensión arterial es una de las enfermedades crónicas no transmisibles más prevalentes en el mundo, este patrón dietético podría ayudar a complementar la eficacia de los tratamientos antihipertensivos. Conozcamos algo más sobre la dieta DASH.
En los últimos estudios publicados referidos a 2015, la prevalencia mundial de la hipertensión arterial (HTA) se ha estimado en 1130 millones de personas, afectando a un 24% de los varones y un 20% de las mujeres adultas. Estos valores aumentan hasta el 60% en las personas mayores de 60 años debido a un estilo de vida más sedentario y al aumento de peso. Envejecer con salud no debería suponer incrementar la obesidad, pero con frecuencia es así y ello tiene sus consecuencias.
Uno de los pilares del tratamiento de la HTA es el estilo de vida con una dieta saludable y actividad física regular, que complementa al tratamiento farmacológico. Los cambios efectivos en el estilo de vida pueden ser suficientes para retrasar o prevenir la necesidad de fármacos en los pacientes con HTA, los efectos de la obesidad, el desarrollo de la diabetes mellitus tipo 2 o de las dislipemias pero presentan como principal inconveniente la mala adherencia con el paso del tiempo.
La reducción de la ingesta de sodio podría reducir de media unos 5.8 mm Hg de PA sistólica en pacientes hipertensos, y 1.9 mmHg en pacientes normotensos.
En el ensayo clínico de la dieta DASH (Dietary Approaches to Stop Hypertension) se demostró una relación entre la reducción de sodio y la reducción de la PA: reducir 2.5 gramos diarios de sal suponía reducir un 20% los eventos cardiovasculares, previniendo tanto los ictus como los eventos cardiacos.
La reducción de sal en la dieta se puede conseguir consumiendo menos productos procesados y usando menos sal en la comida diaria. Además, un mayor consumo de potasio presente en frutas y verduras puede tener efectos favorables en la PA y en el riesgo de ictus. Modificar el estilo de vida es fundamental en el tratamiento de la HTA porque complementa el tratamiento farmacológico, que ha demostrado reducir la morbimortalidad en numerosos ensayos clínicos aleatorizados.
Los estudios científicos realizados en grandes poblaciones indican que una reducción de 10 mm Hg en la PA sistólica y de 5 mm Hg en la PA diastólica supone reducir un 10-15% en mortalidad, un 20% en complicaciones cardiovasculares mayores, un 35% en ictus, un 40% en insuficiencia cardiaca y un 20% en eventos coronarios. Y además, que estas reducciones son independientes del grado de HTA, del nivel de riesgo cardiovascular y en cualquier comorbilidad, edad, sexo o raza.
El patrón de dieta DASH que permite conseguir estas aportaciones se basa en reducir el consumo de productos procesados o precocinados, recomendando el consumo de frutas y verduras frescas, cereales integrales y frutos secos, así como pescados, carnes bajas en grasas y lácteos desnatados.
Los dos estudios más referenciados para comprobar el efecto de esta dieta sobre la HTA son los denominados DASH15 y DASH-sodio16. La primera valoraba su efecto sobre la PA y la segunda, con niveles aún más bajos de sodio, conseguía resultados más significativos.
Cuando desde Atención Primaria se transmite a los pacientes el consumo de alimentos relacionados con la dieta DASH, es importante considerar las medidas caseras y unas recomendaciones generales como son:
• Cantidad de sal diaria para cocinar: menos de 3 g/día (equivale a una cucharadita rasa de café)
• Evitar productos ultraprocesados o precocinados.
• Emplear condimentos habituales para cocinar y dar sabor a las comidas (pimienta,
pimentón, azafrán, vinagre, limón, ajo, cebolla…), así como hierbas aromáticas (perejil, tomillo, hinojo, laurel, orégano…).
• Evitar o reducir las conservas de pescado para consumo en ensaladas.
• Evitar añadir a las comidas pastillas de caldo de carne o pescado.
• Evitar bebidas carbonatadas y estimulantes.
• Consumir al menos 3 piezas de fruta al día (preferible a los zumos naturales)
• Consumir 2-3 raciones de lácteos al día desnatados.
• Se deben emplear las técnicas culinarias más saludables con pocas grasas (cocidos, al vapor, plancha, asado, horno, microondas, papillote), evitando las frituras, empanados o rebozados.
• Se deben tomar al menos 1,5 litros de agua al día (aproximadamente 8 vasos), salvo contraindicación médica, y en la que se incluyen las infusiones.
• Consumir preferentemente pescado y carnes magras (aves, conejo), limitando las carnes rojas (1-2 veces/semana).
• En el caso de consumir pan, se recomienda tomar 30 gramos preferentemente integral y sin sal.
La Dieta DASH es rica en proteínas, fósforo y potasio, por lo que deben vigilarse estos aspectos en pacientes hipertensos con insuficiencia renal moderada o avanzada. Los patrones dietéticos en los países occidentales se caracterizan en general por un alto consumo de sodio y bajo en potasio.
La asociación entre el consumo elevado de sodio, la PA y el incremento del riesgo de eventos cardiovasculares está bien establecido. Sin embargo, algunos estudios evidencian que una dieta rica en potasio puede tener efectos cardiovasculares beneficiosos.
Lo verdaderamente importante es medir y controlar el riesgo cardiovascular.
La protección cardiovascular asociada a un mayor consumo de potasio, como sucede en la dieta DASH, se atribuye generalmente a sus efectos depresores de la PA. Este efecto se produce al promover la eliminación de sodio por la orina y normalizando el volumen de fluidos.
La recomendación general en el contexto de una dieta saludable es reducir la sal a 5 gramos diarios, siendo óptimo el consumo inferior a 3 gramos diarios como recomienda la dieta DASH, debiendo ser prioritario alcanzar este objetivo en pacientes hipertensos.