La dieta atlántica consiste en un estilo de dieta en el que predominan verduras, hortalizas de proximidad a la zona que baña el océano atlántico, y un mayor consumo de legumbres y pescado. No dispone de la misma evidencia científica que la dieta mediterránea en cuanto a los beneficios para la salud, pero conviene tenerla en cuenta en ciertas regiones de nuestro país.
Aunque la dieta mediterránea está respaldada por multitud de estudios científicos en cuanto a los beneficios que aporta para reducir el riesgo cardiovascular, no podemos decir lo mismo de la dieta atlántica. O al menos de momento. Otras dietas como las vegetarianas o las dietas con bajo contenido en sal pueden ofrecer beneficios a la salud de quien las consume. Pero lo que es evidente, es que las características de esta dieta engloban distintos tipos de alimentos que forman parte de una dieta saludable, equilibrada y variada.
El consumo de alimentos de proximidad, más sostenibles en cuanto a su producción, y la abundancia de pescado azul y marisco, hacen de esta dieta un elemento a considerar entre las dietas saludables.
Los pescados que se consumen entre 3 y 4 veces semanales pueden ser de mar o de río. Y al igual que los mariscos locales aportan proteínas, ácidos grasos omega-3, calcio y vitamina D.
¿Cuáles son las características de la dieta atlántica?
La preparación culinaria predominante de este tipo de dieta es en forma de guiso, cocido o a la brasa. Pero las principales características de la dieta atlántica son:
1. Hay un mayor consumo de alimentos de temporada, locales, frescos y mínimamente procesados, lo cual permite que sean más sostenibles, y evitan consumir productos elaborados con ácidos grasos trans.
2. Abunda el consumo de verduras y hortalizas, frutas, cereales integrales (pan con grano entero), patatas, castañas, nueces y legumbres.
3. Es abundante el consumo de pescados y mariscos frescos, que pueden ser congelados o en conserva.
4. Consumo predominante de leche y derivados lácteos, en especial quesos, que pueden aportar la dosis diaria necesaria de calcio, además de fósforo y vitaminas.
5. Consumo de carne de cerdo, vacuno, caza y aves que aportan proteínas de alto valor biológico, vitaminas y minerales como el calcio, el hierro y el fósforo.
6. Es habitual el consumo de vino en cantidades moderadas.
7. En la cocina se usa el aceite de oliva para aliñado y cocinado.
El consumo elevado de cereales, patatas y legumbres hacen que estas dietas aporten hidratos de carbono complejos y fibra alimentaria.
Se recomienda el consumo de pan elaborado con harinas de menor extracción y el uso de la cocción para la preparación culinaria de la patata.
Las frutas y hortalizas aportan antioxidantes y fitoquímicos con potencial antioxidante adicional.
La sencillez en la preparación de los alimentos permite mantener la calidad de las materias primas y, por tanto, el valor nutritivo de los mismos.
A todo lo anteriormente expuesto se debe añadir actividad física todos los días, ya que es tan importante como comer adecuadamente. Como idea a retener, conviene saber que debe hacer 150 minutos de actividad física moderada a la semana.
La estructura poblacional atlántica, con un elevado grado de dispersión, y la naturaleza atlántica, terrestre y marítima, permite el desarrollo de actividades de ocio favorecedoras de la actividad física.