El 28 de mayo se conmemora el Día Mundial de la Nutrición. Este día fue incluido por la Organización Mundial de la Salud en el calendario de conmemoraciones. El objetivo que pretendía era concienciar a la población sobre la importancia que tiene alimentarse adecuadamente para tener una buena salud.
La nutrición se considera adecuada cuando existe una ingesta suficiente y equilibrada de nutrientes a partir de los alimentos que consumimos. Y es un elemento fundamental de la salud al igual que el ejercicio físico regular.
Una nutrición inadecuada puede inducir un déficit inmunológico, por lo que es más habitual que el organismo sufra enfermedades relacionadas con las principales causas de mortalidad.
En etapas de crecimiento y desarrollo, una mala nutrición puede suponer la alteración del desarrollo físico y mental de los niños y adolescentes.
Desde el año 2002 se celebra el día mundial de la nutrición, con el apoyo de instituciones relacionadas con la alimentación y la salud. La mala nutrición influye en gran medida en problemas de salud como el sobrepeso, la obesidad, la diabetes, la hipertensión y las enfermedades degenerativas.
Los cinco consejos fundamentales para mantener un adecuado estado nutricional son:
- Seguir una dieta equilibrada consumiendo variedad de alimentos. Esto permite al organismo disponer de todos los macro y micro nutrientes necesarios para su desarrollo, asegurando la ingesta diaria de vitaminas y minerales. Para ello es importante seguir las recomendaciones de la pirámide de la alimentación saludable, con las raciones indicadas y con una preparación saludable de los alimentos.
- Consumir al menos cinco raciones de fruta y verdura diarias. Aportan carbohidratos, vitaminas, minerales y otros micronutrientes de la dieta.
Además, aportan la fibra necesaria para obtener beneficios ante problemas crónicos como por ejemplo la diabetes o el cáncer de colon.
- Es importante consumir las calorías que perdemos en la actividad física. Así pues, la dieta debe ser adecuada en el número de calorías ingeridas a las consumidas en el ejercicio realizado. Este equilibrio conlleva un estilo de vida saludable en el que el gasto y el aporte de energía se equilibran.
- Deben evitarse las grasas, el azúcar y la sal. Las grasas saturadas y las grasas tipo trans son frecuentes en los productos manufacturados o procesados.
Estos últimos se utilizan en la industria alimentaria para potenciar el aspecto y sabor de los productos, mejorando su palatabilidad. Un buen ejemplo es la bollería industrial. Cuando se consumen en exceso se adhieren a las placas de ateroma del interior de los vasos sanguíneos, que son el sustrato fisiológico de las enfermedades cardiovasculares. El consumo de estos tres elementos se relaciona con la obesidad, la dislipidemia, la diabetes y la hipertensión arterial. Si los evitas, estarás evitando complicaciones cardiovasculares graves.
- Evitar el consumo de alcohol en exceso, ya que supone aportar calorías vacías dado que 1 g de alcohol supone 9 kcal. En un patrón de dieta de estilo Mediterráneo, el consumo moderado y regular de alcoholes de baja graduación, como el vino o la cerveza, han demostrado beneficios desde el punto de vista cardiovascular. De todos modos, no se recomienda iniciar su consumo para reducir estos riesgos.
A todo esto hay que sumar la recomendación de la Organización Mundial de la Salud sobre actividad física. En los adultos deben realizarse entre 150 y 300 minutos semanales de actividad física aeróbica al menos moderada. En el caso de los niños 60 minutos diarios. Actividades como correr, andar en bicicleta, nadar, caminar o patinar son ejercicios cardiovasculares saludables que te pueden ayudar a vencer la pandemia de obesidad.