La actividad física aporta salud. Es algo ya conocido desde Hipócrates. Según un trabajo publicado en la prestigiosa revista médica Circulation, la presencia de factores psicosociales positivos durante la infancia y la juventud, de los 3 a los 18 años, aumenta el índice de salud cardiovascular en la edad adulta. Es decir, los buenos hábitos en la infancia pueden mejorar hasta un 35% la salud cardiovascular en la edad adulta.
La investigación fue realizada en Finlandia pero sus conclusiones pueden servirnos para aplicarlo en nuestro medio. El estudio concluye que los niños y adolescentes que tenían mejor entorno socioeconómico, mejor apoyo emocional, mejores hábitos saludables de los padres y mejor adaptación social a su medio durante la infancia, también tenían un 35% más de probabilidades de tener buena salud cardiovascular en la edad adulta en comparación con los que presentaron factores menos favorables.
En la investigación se estudiaron factores de riesgo cardiovascular como el IMC o índice de masa corporal, la presión arterial y los niveles de colesterol y glucosa en sangre o el nivel de actividad física practicado semanalmente cuando eran adultos sobre los 40 años, valorando los factores anteriormente comentados.
Hasta el 60% de los hábitos de vida se adquieren en la niñez y adolescencia. Generar un hábito a edades lo más tempranas posibles en nuestros hijos, es fundamental para reducir el riesgo de las enfermedades cardiovasculares, auténtico “azote” de las sociedades más desarrolladas.
Desde niños, se debe priorizar la alimentación cardiosaludable y la práctica periódica de actividad física para abordar la obesidad y el sedentarismo. Y no estaría de más enseñarles a hacer una compra saludable. Pero hoy vamos a centrarnos en la actividad física de los niños y los jóvenes.
Según datos oficiales de la Organización Mundial de la Salud (OMS), a nivel mundial el 23% de los adultos y el 81% de los adolescentes en edad escolar no realizan suficiente actividad física.
Mantenerse físicamente activo a cualquier edad mejora la salud cardiovascular y reduce el riesgo de padecer cardiopatías coronarias y accidentes cerebrovasculares, diabetes, hipertensión arterial, diferentes tipos de cáncer (como el cáncer de colon y de mama) y depresión.
La falta de actividad física es un factor de riesgo cardiovascular reconocido a nivel científico y es uno de los hábitos saludables más importantes para evitar enfermedades tan importantes como el infarto de miocardio. Es verdad, es un hábito difícil de adquirir y de mantener.
Pero incluso un nivel bajo de actividad física siempre es mejor que nada, pudiendo ser realizado en pequeños momentos de 10 minutos a una intensidad moderada o fuerte. Esto ya es más fácil de conseguir para aportar beneficios reconocidos desde un punto de vista científico.
Si eres una persona poco activa, puedes comenzar realizando pequeñas cantidades de actividad física como parte de tu rutina diaria e incrementar gradualmente su duración, frecuencia e intensidad.
Pero, ¿por qué debo ser físicamente activo?
Una actividad física regular, como un hábito saludable desde los primeros años de vida hasta la vejez, ayuda a mantener un cuerpo sano ya que no sólo mejora la capacidad funcional de cada uno, es decir, lo que cada persona es capaz de realizar sin ayuda de otros, sino que:
- mejora el buen funcionamiento del sistema muscular y cardiorrespiratorio
- mejora la salud ósea
- en personas mayores reduce el riesgo de caídas y fracturas de cadera
- permite mantener el peso idóneo o reducir la obesidad, con los beneficios asociados
Y con todo lo anterior, hay que volver a recordar que la actividad física ayuda a reducir las cardiopatías coronaria, hipertensión arterial, accidentes cerebrovasculares, diabetes, cáncer y depresión. Además, debe estar acompañada de una alimentación saludable.
Aunque es mejor hacer poca actividad física que nada, cuando ésta es moderada o vigorosa, según el ritmo al que se realiza la actividad, los beneficios son mayores.
Es decir, el esfuerzo que supone realizarlo a determinada intensidad es variable según las posibilidades de cada persona y sus enfermedades previas.
Obviamente, no podemos pedir el mismo nivel de actividad física a un chico joven sano que a una persona mayor. En función de la forma física previa se harán unas recomendaciones de intensidad y de tipo de ejercicio.
Para un adulto o persona mayor, se podría recomendar una actividad física moderada como caminar en llano a paso ligero, es decir, que al caminar nos cueste un poco hablar ya que así sabremos que la intensidad es distinta a la de dar un paseo normal que produce menor gasto energético. También se le puede recomendar bailar o realizar tareas domésticas en el jardín , en el huerto o dentro de casa.
Tanto para jóvenes como para adultos en forma, una actividad física vigorosa sería practicar algún deporte con entrenamientos periódicos como fútbol, piscina, correr, bicicleta,…
- Para niños y jóvenes entre 5 a 17 años, lo que se recomienda científicamente es realizar al menos 60 minutos diarios de actividad física vigorosa. Cuanto más tiempo se dedique a este tipo de actividad, mayor serán los beneficios para la salud tanto a corto como a largo plazo. En esas edades conviene que jueguen y participen en deporte, ya que la idea del beneficio para la salud en su vejez puede quedar un poco “lejano”.
Para adultos entre 18 y 64 años, se recomiendan 150 minutos semanales de actividad física moderada, o 75 minutos de actividad física vigorosa. Incluso es posible realizar combinaciones de actividades moderadas y vigorosas teniendo en cuenta que un minuto de la vigorosa supone una equivalencia de 2 minutos de la de intensidad moderada. Desde el punto de vista cardiorrespiratorio, los beneficios pueden ser aportados en periodos de al menos 10 minutos, tiempo considerado suficiente como para producir una respuesta metabólica positiva para la salud.
- En personas mayores de 65 años, las recomendaciones son las mismas que para el grupo de edad anterior, pero adaptado a los antecedentes médicos personales y su capacidad funcional. Si tienen escasa movilidad deben realizar actividades físicas al menos tres días por semana para mejorar el equilibrio y evitar las caídas. Y cuando no puedan realizar la cantidad recomendada por problemas de salud, deben mantenerse tan activos como puedan.
Las mujeres embarazadas, o tras el parto, y las personas con enfermedades cardíacas deben tener más precauciones y deben consultar con su médico.
Pero ¿cuánto tiempo realizan ejercicio los niños y los jóvenes?
Crear un hábito saludable no es sencillo, pero distintos estudios, demuestran que para obtener beneficios derivados de la actividad física en la edad adulta, lo mejor es iniciarla a edades tempranas. Y cuanto antes, mejor.
Parece ser que tan sólo el 30 % de los niños y el 12 % de las niñas menores de 10 años realizan una hora diaria de actividad física, que es el tiempo recomendado. Y eso, teniendo en cuenta juegos, desplazamientos, clases de educación física, recreo y actividad física en el tiempo libre.
En la franja de edad de los 11 y 12 años, las recomendaciones son bajas en niños (aproximadamente el 40 %), pero aún es menor en las niñas (25 %) lo cual indica que ciertos factores a esta edad pueden influir para que se reduzca.
Al llegar la adolescencia existen factores psicológicos, físicos y sociales que influyen en crear este hábito de salud y el “modelaje” que supone la actividad física de los padres, de su grupo de amigos o de sus profesores parece incidir de forma importante en el grado de actividad física que desarrollen. Entre 13 y 17 años, el 50 % de los chicos y el 14 % de las chicas cumplen las recomendaciones.
Estos datos han sido obtenidos a partir del “Informe 2016 sobre Actividad Física en niños y adolescentes en España”, con datos muy similares a otros trabajos científicos que se han desarrollado desde hace años en nuestro país y en Europa, tanto a nivel local, nacional o continental.
Estos datos corroboran estudios anteriores tan importantes como el “ANIBES” y el “ALADINO”, realizados en los años 2011 y 2013, el estudio de los “Hábitos deportivos de la población escolar en España” de 2011, e incluso los estudios periódicos de la Encuesta Nacional de Salud de España.
Todos ellos concluyen que es necesario aumentar los niveles de actividad física y reducir el sedentarismo entre los niños y adolescentes para mejorar su salud actual y futura.
¿Cuánto tiempo de actividad física realizan los menores de 5 años?
Es evidente que a esta edad, no se les puede explicar a los niños que deben hacer actividad física para estar sanos de adulto, porque no lo van a realizar con esta idea. a esta edad, lo que deben hacer es juga y moverse en casa, en el colegio o en el patio. apuntarse en actividades extraescolares, sin excederse, puede ser también una buena estrategia.
Los estudios comentados refieren que durante la semana, el 45 % de los niños y el 35 % de las niñas de 7 y 8 años pasaban más de dos horas diarias jugando al aire libre.
Siempre valores más bajos en las niñas, aunque dichos porcentajes aumentaban considerablemente durante el fin de semana hasta el 85 % en ambos sexos.
Otra variable analizada fue sobre el transporte activo, es decir, el porcentaje de niños que se desplazan a la escuela caminando, en bicicleta o utilizando medios de transporte similares. Y se vió que más de la mitad de niños y niñas hasta los 9 años se desplazaban de manera activa, cifra que subía hasta los 13 años, para después bajar a partir de esta edad y reducirse poco a poco hasta el 40 % a los 17 años.
En estas edades, se barajaban como causas la necesidad de apurar el tiempo disponible para deberes y actividades extraescolares, o cuestiones de seguridad en los desplazamientos.
¿Y qué hay sobre el comportamiento sedentario de los niños?
Sobre este tema, se concluye que cuando dedican más de 2 horas diarias para actividades sedentarias como ver la televisión, jugar con videoconsolas, usar el ordenador, el móvil o la tableta, se considera como comportamiento sedentario. Y en esta situación estaba el 55-60 % de los niños, y el 40-45 % de las niñas hasta los 5 años.
En el grupo de 5 a 14 años, eran más activos los niños con un porcentaje del 55 % frente al 50 % de las niñas en esta edad.
Lo más llamativo es que a partir de la adolescencia, en torno a los 14 años, el comportamiento sedentario era de más del 80% de los chicos y el 75 % de las chicas.
El entorno familiar juega un papel fundamental ya que los niños suelen realizar más deporte cuando sus padres o amigos son activos físicamente y les apoyan para que lo hagan. Y hablamos de deporte como una actividad física organizada en un equipo, o individual, con unas reglas, en competición o fuera de ella, y con una indumentaria adecuada, lo cual diferencia de la actividad física no reglada que se puede realizar en otras condiciones.
Desde el punto de vista de las instituciones como son cualquiera de las administraciones públicas, promover la actividad física o el deporte es una de sus tareas que la propia OMS ha reconocido como necesaria para reducir las altas tasas de obesidad y sedentarismo en la población de cualquier edad.
Ocupar estos espacios para el tiempo libre, además de su disponibilidad como centros promotores de actividad física con el tiempo oficialmente dedicado a la asignatura de educación física.
Según distintos informes, en torno al 70 % de las escuelas ofrecen sus instalaciones deportivas para su utilización fuera del horario escolar. Dentro del horario escolar, en el recreo, la mayoría de los niños hasta los 9 años realizan actividad física, En el caso de los adolescentes, el porcentaje se reduce al 15 %, en los chicos y menos del 5 % en las chicas, dato preocupante como para estudiar cómo fomentarlo en los propios colegios.
Recordad: los buenos hábitos en la infancia pueden mejorar hasta un 35% la salud cardiovascular en la edad adulta. Todos tenemos ideas prácticas sobre cómo aplicar nuestros conocimientos, planificar una dieta saludable para niños y adultos, y una práctica regular de actividad física.
Tú decides. Anímate.
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