La jornada intensiva laboral es habitual en verano. Alterando el horario habitual del resto del año tanto en comidas como en descanso, puede suponer beneficios ya que ayuda a mejorar la conciliación familiar y laboral, pero puede tener repercusiones en tu salud que son fáciles de evitar con algunos sencillos consejos.
Con la llegada del verano, podemos disponer de más horas de sol y descanso por las tardes respecto al resto del año. Conviene recordar que a pesar de los cambios de horario, es una buena época del año para iniciar hábitos saludables como actividad física en familia para evitar el riesgo de padecer obesidad.
Cambiar el horario habitual hace que los hábitos diarios de organización de las tareas domésticas, comidas y descansos se alteren, y esto puede repercutir en nuestro bienestar físico y mental.
Puede afectar a nuestra vitalidad, estado de ánimo y sueño un poco más al principio de la implantación de la jornada intensiva, pero es posible adaptarse en pocos días.
Si estamos habituados a comer todos los días a las 13.30-14 horas, podemos valorar tener un breve periodo de descanso laboral en esa franja horaria para aprovechar y comer.
A lo mejor nos conviene hacer como en otros países anglosajones en los que es típico llevar un tupper con ensaladas variadas (de verduras, de arroz, de pasta o una clásica). En esta época del año apetece comer más “ligero”, y podemos aprovechar ese momento para no alterar la hora de comida habitual del resto del año. Es una forma de alimentarse de manera más saludable, y no siempre con bocadillos.
En cuanto al descanso, conviene dormir las horas necesarias . Para un adulto, se recomienda en torno a 7-8 horas. Si nos vamos a levantar antes, debemos acostarnos antes. Así evitaremos problemas de insomnio.
Aunque madrugues más, no debes evitar un buen desayuno.
Es verdad que en España, no se suele desayunar como deberíamos hacerlo. Las prisas y los horarios, levantarse con escaso tiempo porque nos acostamos tarde, pueden restar tiempo a un buen desayuno saludable con fruta, lácteos y cereales. Esto incide en el rendimiento de toda la mañana del trabajador, como en el caso de los niños y la escuela.
No es un buen hábito desayunar a prisa, por lo que conviene programar las horas de levantarse teniendo en cuenta el tiempo del desayuno.
Después de dormir toda la noche, con un periodo prolongado de ayuno, el desayuno se convierte en la comida más importante del día para afrontar una jornada de trabajo intensiva.
Si no se come lo suficiente con un desayuno saludable, es más habitual que a la sensación de hambre de media mañana, estemos de peor humor con cefaleas, cansancio, fatiga, malestar y mayor dificultad para concentrarnos en tareas intelectuales.
Un buen desayuno evita que picoteemos a media mañana para “matar” el hambre con snacks o con cualquier alimento poco saludable que tengamos a mano pero que aunque nos sacie, puede incrementar el riesgo de padecer diabetes o hipertensión arterial.
¿Y qué sucede con las comidas retrasadas tras la jornada intensiva?
Todos disponemos de un reloj biológico que marca nuestras horas de sueño y comidas. Con la jornada intensiva, retrasamos la hora de salida del trabajo. Si podemos mantener el horario de las comidas podemos evitar retrasar la comida hasta las cuatro o cinco de la tarde que va a alterar el resto del horario del día.
Si comemos en nuestro periodo de descanso laboral, en torno a la hora de comida del resto del año no sólo mantenemos el “horario fisiológico habitual” sino que podemos tener tiempo para un breve descanso tras la jornada laboral.
Además, es bastante probable que al llegar a casa picoteemos lo que encontramos en la nevera mientras preparamos la comida. Y generalmente suele ser un trozo de queso o chorizo, es decir, embutidos que sacian pero con un alto contenido en grasas saturadas.
¿Conviene picotear durante el trabajo?
Es verdad que con la jornada intensiva, al empezar antes, tenemos más necesidad de beber y comer algo. Los picoteos los aperitivos son para tomar ocasionalmente en una celebración o los domingos, pero no deben tomarse habitualmente por su alto contenido en azúcares, grasas trans y grasas saturadas.
Una buena idea es tener en el trabajo un frutero con fruta fresca de temporada que podamos tomar en un momento de debilidad. No se trata de tomar bocadillos constantemente, aunque cada uno tiene sus preferencias y su capacidad de resistencia al hambre. Habrá quien prefiere no parar en el trabajo hasta el descanso de la media mañana. Se trata de que cada uno adapte su horario laboral a sus gustos gastronómicos y reparta los descansos y las comidas durante la mañana.
Lo ideal es una pieza de fruta, pero se puede combinar con un pequeño bocadillo, frutos secos, un yogur o un café a media mañana para que no nos quite las ganas de comer en el descanso del final de jornada.
Debe evitarse la bollería , las galletas y los bocadillos de manera habitual, ya que son alimentos ricos en grasas poco saludables.
Y en cuanto a las bebidas, es recomendable llevar agua al trabajo. Ni zumos, ni bebidas carbonatadas, ni por supuesto bebidas con alcohol. Su contenido en “azúcares ocultos” hace que se ingieran diariamente más de los 25 gramos que recomienda la Organización Mundial de la Salud.
Recordar que salvo contraindicaciones es bueno que a lo largo del día bebamos entre 1,5 y 2 litros de agua.
Conviene descansar en la jornada intensiva.
Durante las jornadas intensivas están limitados los descansos pero estos están regulados por normativa, sobretodo en el caso de los trabajadores con pantallas. Cumplir la normativa y las recomendaciones de seguridad e higiene en el trabajo dependen de cada puesto laboral.
De todos modos, no conviene estar más de 45-60 minutos continuados con una tarea de pantalla. Se deben introducir descansos realizando otras tareas que no obliguen a estar continuamente mirándolas. Si por el puesto laboral esto no es posible, debería estar legislado dicho descanso, y habría que consultarlo con los superiores.
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Indudablemente, el verano es un buen momento para iniciar un hábito saludable que puede permanecer el resto del año, simplemente adaptando los horarios y las posibilidades de cada uno.
Tu cuerpo y tu mente lo agradecerán.
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