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Confinamiento significa obligar a alguien a permanecer en un lugar sin poder moverse. La pandemia sanitaria causada por el Covid 19 ha causado un elevado número de contagios y de mortalidad a nivel mundial, con mayor afectación en ciertos países. La transmisibilidad del virus se podía reducir si se planteaba esta situación tan drástica. Pero no se conocía cómo podía modificar los hábitos de salud de la familia.

La gran contagiosidad del coronavirus, el elevado número de fallecimientos, la sobrecarga en los sistemas sanitarios y la ausencia de tratamiento etiológico obligaron al confinamiento de la población en sus hogares. Pero esto ha causado una modificación en los hábitos cotidianos.

ictusAl menos dos estudios han analizado a nivel nacional en España cómo ha influido en los hábitos de salud, es decir, cómo ha podido cambiar en los hábitos de vida respecto a la dieta, sueño, organización de los menús en la familia.

 

 

Antes de iniciar el confinamiento, por motivos no del todo aclarados, la población hizo acopio de grandes cantidades de papel higiénico. También hubo una compra compulsiva de legumbres, harina y cerveza. El caso de la harina y la levadura permitió a las familias colaborar en la cocina y elaborar postres e incluso pan, al mismo tiempo que introdujo la experiencia de cocinar a la familia incluidos los más pequeños.

Según el estudio realizado por la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) y publicado recientemente sobre una muestra de conveniencia en 1036 personas, existe una tendencia al mayor consumo de alimentos saludables, menor consumo de alimentos menos interesantes nutricionalmente y un aumento de la práctica de cocinar en casa.

La restricción de movilidad causada por el confinamiento ha modificado los hábitos de vida de la población. Las rutinas diarias cambiaron en todos los miembros de la familia.

 

 

 

 

Desde problemas de convivencia y alteraciones emocionales con sensaciones relacionadas con ansiedad y síntomas depresivos, hasta problemas económicos y un aumento del índice de sedentarismo. Conductas todas ellas que deberían revertirse en los meses siguientes.

La reactivación económica de la población precisa un aumento de compras de productos locales y de proximidad. Es conocida la necesidad de aumentar el consumo de frutas, verduras y pescados de temporada. Si esto se realiza en las tiendas locales puede ser más sencilla reactivar la economía de los barrios y favorece la sostenibilidad de la dieta ya que la cadena de distribución suele ser más cercana.

dispepsia

El estudio de la SENC señala como datos más relevantes que sólo el 30% cumple la recomendación de una dieta saludable en cuanto a consumir 3 o más raciones de fruta y un 21% consumen 2 o más raciones de verduras. En este último aspecto, destaca que las mujeres realizan un consumo más adecuado que los hombres.

 

 

 

El consumo de legumbres recomendado lo cumple poco más de la mitad de los encuestados, así como de cereales y patatas.

Destaca que casi el 90% de los encuestados utilizan como grasa culinaria el aceite de oliva virgen.

En el aspecto negativo, el 84% consume a diario bollería de origen industrial, que incrementa el riesgo cardiovascular porque se elaboran con grasas saturadas y grasas trans.

Entre otros aspectos, más del 60% cocinaron habitualmente en sus casas, y un 15% declara consumir suplementos nutricionales o vitamínicos.

En cuanto a la modificación de consumo de alimentos destaca la reducción de alimentos poco saludables como snacks, chocolate, aperitivos salados y bollería. También se ha reducido el consumo de bebidas alcohólicas fermentadas y destiladas.

 

 

Por la contra, ha aumentado el consumo de alimentos saludables como la fruta, los huevos, las legumbres, verduras y pescados.

Es verdad que el muestreo de conveniencia en este estudio hace que haya mayor participación de personas que tienen más inquietud por la alimentación y por la salud. Aunque los autores reconocen cierto sesgo en la selección de los participantes, esto no invalida las conclusiones.

En otro estudio realizado por el Observatorio Nestlé de Hábitos Nutricionales y estilos de vida sobre una muestra de 200 padres y 200 hijos adolescentes, las conclusiones se centran más en este rango de edad. Durante la cuarentena hasta un 30% de los adolescentes comieron más frutas, verduras y legumbres.

 

Sin embargo, constataron en adolescentes un mayor consumo de dulces y snacks hasta un 50%. Es verdad que consumen más agua los adolescentes, a diferencia de sus padres que han consumido más bebidas fermentadas como vino y cerveza.

Cabe destacar que un 30% de los hijos se ha animado a cocinar con platos sencillos como tortilla de patata, arroces, pastas o postres de poca dificultad en su elaboración.

Los que hacían deporte han incrementado la frecuencia semanal, y el grupo que no hacía nada de ejercicio ha disminuido su actividad física.

También el sueño ha sido otro hábito que ha sufrido cambios. Más de la mitad de adolescentes han tenido insomnio y problemas para dormir, retrasando la hora de acostarse y levantarse a diferencia de sus padres que han mantenido sus rutinas.

Aquí presentamos un breve resumen de estos dos estudios. Las conclusiones las puedes obtener tú.