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La educación es algo esencial en la vida de los seres vivos. Los animales tienen sus códigos de enseñanza, y los humanos recibimos educación en multitud de aspectos del día a día: en el colegio, en el trabajo, en las relaciones sociales, en la enseñanza de variadas disciplinas,…. En todos estos aspectos, la educación es fundamental para nuestro futuro como personas. Y todo ello se aprende desde casa, en familia, complementado con lo que recibimos en el colegio, trabajo, universidad,…

Una parte fundamental de los hábitos alimentarios se aprenden en casa, imitando los patrones de comportamiento, valores, normas, defectos,…. de las personas con las que convivimos. Los mayores son nuestro espejo en educación con el que vamos viendo nuestras actitudes y, cómo no, en educación nutricional sucede lo mismo.

Los niños observan la forma de comer de quienes les rodean, los alimentos que compramos en la tienda, cómo cocinamos, qué alimentos nos gustan más, y lo que es peor, cuáles son los alimentos que más detestamos.

La responsabilidad de los padres es muy alta, ya que sus comportamientos son observados por los niños y esto hace que interioricen muchos comportamientos. Esta es la base fundamental en la creación de hábitos como comer las 5 raciones diarias de frutas y verduras, beber agua en las comidas, entre otras

Los niños no suelen escoger qué comer y cómo comer, sino que son los padres quienes tienen la responsabilidad de dicha elección. Un niño se alimenta bien desde su infancia y esto será una garantía de conseguir una mejor calidad de vida de adulto.

Por eso, si los padres entienden que una dieta rica en snacks, sal, azúcar y grasas es lo más adecuado, ese niño tenderá a comerlos de manera habitual.

 

Y esto asegura que tengamos un niño con obesidad infantil que se convertirá en un adulto con diabetes tipo 2, dislipemia o elevación del colesterol. Como consecuencia, se incrementará el riesgo de padecer un infarto de miocardio o un ictus, principales causas de mortalidad en nuestro país.

 

La educación alimentaria y nutricional en el ámbito familiar y educativo son responsabilidad de padres, profesores, sanitarios y en general, de toda la sociedad.

Las distintas iniciativas normativas han tenido incidencias muy dispares y no del todo concluyentes: retirar las máquinas de vending en los colegios con bollería industrial o bebidas azucaradas, o sustituir su oferta por fruta, la disponibilidad de fuentes de agua en residencias o entornos laborales y colegios para aumentar su ingesta, imponer una tasa a los productos poco saludables, entre otras ideas, han tenido repercusiones distintas en términos de mejora del riesgo cardiovacular.

Para una buena educación nutricional debemos considerar al alimento como un vehículo transmisor de calidad de vida, por lo que debe promocionarse.

La elección de los alimentos, el comportamiento y ambiente en la mesa, los ingredientes de cada producto que compramos o la forma de cocinar los alimentos es responsabilidad de los padres principalmente, pero también de profesores y sanitarios.

No cabe duda de que en la educación nutricional los medios de comunicación y las redes sociales, con sus modas y tendencias, pueden influir para bien o para mal.

Enseñar a comer de manera adecuada es una tarea que debemos realizar con responsabilidad, tiempo y dedicación, y es la base de la educación nutricional.

Educación nutricional: ¿Cuál es la mejor forma de conseguirla?

La mejor manera de conseguir una educación nutricional se basa en una educación divertida, didáctica, y corresponsable con los padres.

Por eso es importante transmitir unas ideas fundamentales:

  • Tener hábitos saludables en alimentación significa consumir una alimentación saludable, variada y equilibrada como la que propone la Pirámide de Nutrición saludable. En este icono de la educación nutricional se proponen los grupos de alimentos que debemos consumir a diario o semanalmente, y su equilibrio en la dieta.
  • Realizar una compra saludable es una manera de enseñar a los niños los distintos grupos de alimentos, sus colores, texturas, y de una manera didáctica escoger aquéllos más adecuados.
  • Enseñar comportamientos en torno a la mesa es una base fundamental de la educación nutricional: lavarse las manos previamente y al terminar la comida, así como lavarse los dientes tras las comidas, compartir las comidas con la familia, conversando, sin tensiones es la base de un equilibrio emocional necesario.
  • La importancia de los buenos modales en la mesa, masticar despacio y comportarse de manera adecuada, respetando los peligros de la cocina y de sus elementos como fuego o cuchillos.
  • Planificar los horarios de las comidas para conseguir no saltarse los desayunos, o hacer 5 comidas diarias que son base de una adecuada salud cardiovascular según demuestran los estudios científicos.
  • Permitir que niños y jóvenes ayuden en la compra, permitirles colaborar en la cocina, en la elaboración de los platos, combinando colores de alimentos, sabores, texturas y consistencias puede estimular las ganas de comer de los comensales.

No son recomendaciones infalibles en la educación nutricional pero pueden ayudar a crear una ambiente constructivo y relajado en torno a la alimentación saludable. Inténtalo.