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Aunque todos los profesionales de distintas áreas de conocimiento de la salud y la educación hablan sobre la felicidad, como aspecto intrínsecamente unido a la adecuada salud me ha parecido interesante exponer unas claves que recientemente ha aconsejado el famoso psiquiatra Enrique Rojas.
El ser humano desde sus primeros momentos de la vida tiende a ser feliz. La felicidad es un instinto primario positivo que causa placer y se asocia al concepto universal de salud. 
Salvo en ciertas personas con enfermedades mentales graves o trastornos de personalidad, que alteran de manera importante el comportamiento del ser humano, la felicidad se busca de manera activa. Las actitudes y los comportamientos de cada uno tienden a buscarla.
Los clásicos estudiaban el comportamiento de las personas para explicar o comprender la felicidad. Sócrates la definía como un momento en el que cada uno se encuentra a uno mismo. Para Platón, la felicidad se relacionaba con el amor.
Para Aristóteles consistía en hacer el bien, y para Séneca en alcanzar la virtuosidad en algún campo: practicando la virtud en un área, es más fácil alcanzar la felicidad.
Otros autores como Epicuro, decían que la felicidad consistía en el placer, un aspecto quizás más superficial, pero con importantes reflexiones en la actualidad. San Agustín proclamaba que la felicidad es la alegría en el bien.
Como se puede apreciar, cada autor tiene su propia teoría, por eso la felicidad es como un poliedro con muchas caras en la que influyen múltiples conceptos más o menos hedonistas, intelectuales y cotidianos.
Para el Dr Enrique Rojas la felicidad parte de un principio en el que hay que superar heridas del pasado o malos momentos que se han vivido.
Superando lo que nos ha ocurrido, de una manera activa, convencidos de que esto se puede hacer, es más fácil iniciar un camino hacia la felicidad. Este autor comenta que “conviene tener buena salud y mala memoria”. Si siempre se está recordando hechos tristes, la persona no sale de ese círculo vicioso que genera más infelicidad, y así es difícil salir de ese bucle. Debemos entender que perdonándonos por un error, o recordando hechos felices relacionados con un hecho trágico, podemos acercarnos algo más a un momento de felicidad como un paso inicial.
Otro consejo consiste en tener una visión positiva de la vida. Hay personas que ven siempre el vaso medio vacío, pero es importante darle la vuelta de manera activa a esta visión. Los fracasos permiten a una persona crecer. Enfrentarse y vencer, superar una frustración, permite crecer a cada uno como persona ante la adversidad y permite que derrotas del pasado se conviertan en victorias del futuro.
El tercer consejo para alcanzar la felicidad es tener una voluntad férrea. esto es más difícil de conseguir, pero se consigue con entrenamiento. En esto a veces es necesario saber enfrentarse a ciertas situaciones vitales con ayudas de profesionales que puede emplear distintas técnicas de psicoterapia e incluso farmacológicas. No sucede nada por precisar estas ayudas.
Si uno padece diabetes o hipertensión es más fácil entender que se precisan medicamentos. si uno padece una enfermedad mental, existe cierto reparo a tener que precisar un tratamiento temporalmente.
La voluntad se entrena, no se toma en pastillas, pero puede requerir ayudas puntuales y consejos para ponerse objetivos concretos, medibles y alcanzables como sucede cuando se entrenan ciertas actividades físicas. A veces, sólo se precisa voluntad para conseguir un objetivo, y con ayuda y esfuerzo es posible alcanzar un sueño.
Siempre es importante tener en cuenta que la cabeza y el corazón deben estar en sintonía. No se debe ser muy temperamental y actuar mediante impulsos, como tampoco debe ser el corazón quien guíe todas las acciones. A veces la frialdad, permite sobrellevar ciertos momentos difíciles en la vida. El equilibrio de ambos aspectos son la clave en la felicidad. Y esto es la base de un término muy actual y que está de moda como es la inteligencia emocional, que según el autor es “la capacidad para mezclar con arte y oficio los instrumentos de la inteligencia y la afectividad“.
Todos estos consejos fallan si no tenemos un proyecto de vida, es decir, una hoja de ruta personal que nos guíe en distintos aspectos importantes de nuestra vida: en el trabajo, en el amor, en el ocio,  en la familia, en la amistad, en los estudios o en las actividades intelectuales, en el deporte,…
En todas las áreas de la vida en las que estamos inmersos en el día a día, tener un objetivo es como un faro de noche en el mar que guía nuestro rumbo a buen puerto. Aunque depende de las circunstancias de cada uno de nosotros, a veces precisamos una ayuda no sólo de un profesional, sino de un amigo o de un ser querido.
La felicidad se consigue con esfuerzo y dedicación, con ganas de hacer las cosas bien hechas sin caer en el perfeccionamiento, en la histeria ni en la obsesión. Encontrando el equilibrio en el día a día, en buscar las cosas bien hechas, y en el humor.
El poder de la risa y la sonrisa, derriba muros de intransigencia, lo que pasa es que a veces cuesta mucho más de lo esperado.
Lo habitual es que tras experiencias trágicas, con un poco de ayuda y ganas de superarlas por parte de uno, se recompongan las circunstancias que te ayuden a encontrar la felicidad….tu propia felicidad.
Vivimos en una sociedad en la que la depresión y la ansiedad son las principales causas de consultas médicas. La manera en la que vivimos, en la que buscamos el ocio o el placer, desorientan los proyectos de vida de los adolescentes, y les llevan a actitudes insanas como el sedentarismo, causa principal de la obesidad infantil y juvenil.
ejercicio físico
Tener una vida intelectualmente activa ayuda a mejorar la habilidad de cada uno ante situaciones contrarias que pueden causar infelicidad. Leer es tan importante como la actividad física para tener una mens sana in corpore sano.