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La ansiedad es un estado afectivo de temor, inseguridad, tensión o alerta ante un peligro externo o interno. Pudiera ser una reacción normal, pero cuando ese factor estresante es excesivo y persistente, siendo difícil de controlar y asocia malestar intenso, se trata de una ansiedad patológica: irritabilidad, temblores, sensación de ahogo, insomnio,…

En la ansiedad podemos diferenciar distintos síntomas según la esfera a la que afecta:

  1. Cognitiva: sensación de miedo, irritabilidad, agobio e insomnio
  2. Motora: temblor y tensión muscular
  3. Vegetativa: son reacciones fisiológicas que ocasionan palpitaciones, sudoración, náuseas o sequedad de boca
  4. Conductual: conductas de evitación o huida de determinadas situaciones.

Durante la pandemia por el coronavirus Covid-19 se han podido constatar en Atención Primaria un gran aumento en la atención de personas con síntomas de ansiedad. El confinamiento y la modificación de los hábitos de la población han sido determinantes.

disnea

Pero, ¿es muy frecuente la ansiedad?

La ansiedad es una de las enfermedades psiquiátricas más prevalentes en la población general. Hasta un 20 % de la población padece en algún momento de su vida algún tipo de trastorno de ansiedad.

Existe una elevada asociación de estos síntomas con otros causados por la depresión y los trastornos por abuso de sustancias (especialmente alcohol y fármacos), pero también puede verse ciertas adicciones como a Internet.

Es más frecuente en mujeres jóvenes (menores de 40 años), y también en personas separadas, divorciadas o viudas.

¿A qué se debe la ansiedad?

Existe un factor genético, con mayor prevalencia entre familiares (18 % frente al 1-2 % de la población general). Pero también hay multitud de causas psiquiátricas y orgánicas que pueden provocar ansiedad, como patologías cardiovasculares, pulmonares, neurológicas, endocrinas, intoxicaciones o abstinencias en el consumo de sustancias.

Las primeras crisis se suelen iniciar en la adolescencia o principios de la edad adulta, despertando al paciente por la noche o cuando está aparentemente tranquilo tendiendo a la cronicidad y la recurrencia de estos cuadros.

Aunque los trastornos de personalidad son un concepto distinto y presentan una sintomatología distinta, pueden en ocasiones presentar síntomas compatibles con la ansiedad.

 

¿Cómo podemos diferenciar la ansiedad?

La ansiedad tiene varias formas de presentación, pudiendo aparecer como un cuadro de ansiedad generalizada con preocupación excesiva por sucesos difíciles de controlar y que interfieren en la vida normal. Pueden aparecer síntomas somáticos como dificultad para respirar o disnea, palpitaciones, sudoración,… y estos síntomas se presentan la mayor parte de los días de la semana durante varias semanas.


Para establecer un diagnóstico, los síntomas deben prolongarse más de 6 meses. Es una forma de presentación típico en mujeres en su edad adulta.


 

Otra forma de ansiedad se presenta con crisis inesperadas de angustia o pánico, caracterizadas por ansiedad evidente de inicio brusco y sensación de muerte o de volverse loco.  Estas crisis se siguen de sensación de inquietud persistente por la posibilidad de tener más crisis, preocupación por las implicaciones que tienen y sus consecuencias, así como un cambio significativo del comportamiento.

También podemos hablar de crisis de ansiedad relacionadas con fobias o trastornos fóbicos. Puede ser una fobia:

  • Específica desencadenada por un factor ambiental como la sangre, un animal como un perro, una situación como estar encerrado, etc. El miedo que se percibe es intenso y persistente, incluso considerado por quien lo padece como algo excesivo o irracional.
  • Social por un temor acusado y persistente ante situaciones sociales o actuaciones en público en las que el sujeto se ve expuesto a personas que no pertenecen al ámbito familiar, o a la posible evaluación por parte de los demás. El paciente teme actuar de un modo que sea humillante o embarazoso.
  • Agorafobia o sensación de ansiedad al encontrarse en lugares donde es difícil escapar o recibir ayuda como por ejemplo en los TAC necesarios, por ejemplo, para la radioterapia ante el cáncer . Suelen temer estar solos fuera del domicilio, mezclarse con los demás, viajar en autobús o en el tren.
Arys II. Juego de Tronos. Psicología. Clínica Muiño

Foto cortersía de sensacine.com

Otro tipo de patología psiquiátrica son los trastornos obsesivo-compulsivos, con ideas recurrentes extrañas que ocasionan intensa ansiedad y rituales o actos mentales recurrentes que pueden ser de contaminación, duda, perjuicio, etc.. como consecuencia de esa idea realizan rituales repetidos (lavado de manos, comprobaciones, rezar, colocar cosas en orden,…). Son frecuentes sus inicios en la edad infantil o adolescencia.

 

Hay quien sufre síntomas de ansiedad ante situaciones vitales de estrés, y es lo que se conoce como trastornos por estrés postraumático. Son reconocidos estos síntomas tras una agresión, o por ejemplo tras un atentado terrorista o una situación de peligro cercano a la muerte en una guerra. Se caracteriza por ansiedad intensa, pesadillas y recuerdos recidivantes ante un hecho de magnitudes catastróficas.

Otras formas de ansiedad tienen que ver con las consecuencias de una separación, con miedo o ansiedad intensos y persistentes al separarse de una persona con la que le une un vínculo estrecho. Los síntomas se relacionan con síntomas de preocupación, malestar psicológico subjetivo y rechazo a quedar solo en casa o desplazarse a otros lugares (escuela o trabajo). Es una patología con especial incidencia en los hijos de matrimonios que se separan, apareciendo pesadillas o síntomas físicos ante la separación con miedos, ansiedad y evitación.

¿Cómo puedo reconocer que padezco ansiedad?

Tras una valoración por parte de su médico en el que se analizan posibles patologías causantes, por ejemplo, relacionadas con tiroides, o tras descartar ciertos fármacos que pueden causar síntomas parecidos, se puede pensar en la presencia de un cuadro de ansiedad si la persona refiere encontrarse muy nervioso y presenta síntomas de:

trastorno personalidad

  • Temor
  • Irritabilidad
  • Dificultad para concentrarse en una tarea
  • Sensación de pérdida de memoria
  • Dificultades para conciliar el sueño
  • Sensación de tensión e inquietud internas
  • Sensación de desrealización o sentirse extraño en relación el mundo externo
  • Sensación de despersonalización o extrañeza referida al propio sujeto
  • Tener miedo a perder el control o a morir
  • Presentar movimientos y actos repetitivos
  • Estar inhibido o bloqueado al moverse.

 

Las personas que padecen ansiedad también tienen síntomas físicos como palpitaciones, elevación de la frecuencia cardíaca, opresión o molestias torácicas, sensación de ahogo o falta de aliento, sudoración, escalofríos o sofocos, sensación de atragantarse, náuseas o molestias abdominales, temblores, parestesias o extrañas sensaciones en la piel, inestabilidad o mareo e incluso desmayos, sequedad de boca, diarrea, urgencia miccional, impotencia sexual, disminución de la libido, cefalea o dolores musculares.

 

¿Se puede tratar la ansiedad?

Una persona puede sentirse más ansiosa de lo normal porque no comprende sus síntomas, por lo que una información adecuada sobre lo que significan sus síntomas y la gravedad que tienen es fundamental.


El apoyo no farmacológico se basa en el apoyo que pueda ofrecer un profesional sanitario. Aunque no se debe desestimar la ayuda que ofrece un amigo, la pareja o un familiar.


 

Cuando no es suficiente esta ayuda se deben recurrir a los fármacos. El principal grupo es el de los ansiolíticos: las benzodiacepinas. Su uso debe ser el menor tiempo posible a las dosis más bajas posible, ya que mantenerlas en el tiempo puede causar un síndrome de tolerancia y su retirada brusca ocasionar síndrome de abstinencia.

Durante su tratamiento se debe ser cuidadoso en actividades peligrosas, incluída la conducción de vehículos, y evitar en pacientes con antecedentes de adicción o abuso de benzodiacepinas.

Es fundamental informar sobre su interacción con el alcohol y con otros depresores del sistema nervioso central, y evitarlos durante el embarazo.